El líder de Ciudadanos se perfila como el árbitro del futuro político de España

La decisión de Albert… Rivera

Si Ciudadanos saca los votos que pronostican las encuestas, tendrá en su mano hacer presidente a Rajoy e incluso a Sánchez

La decisión de Albert... Rivera
Mariano Rajoy y Albert Rivera. PD

La última encuesta electoral, la de El Periódico de Cataluña, ha debido snetar a cuerno quemado tanto en el cuartel general del Partido Popular, que aún así sigue siendo el partido más votado, como en el del atribulado Partido Socialista (‘El Periódico de Catalunya’ saca una encuesta que da menos de 100 diputados al PP y deja a C’s como ‘arbitro’).

A los de Rajoy les deja con 100 escaños escasos, y al PSOE le sitúa en la temida horquilla de 82-86 diputados.

Más allá de lo que este 3 de diciembre de 2015, a mediodía, pueda decir el CIS en su primera macroencuesta, a menos 17 días de las elecciones generales, el gran triunfador de los sondeos sigue siendo Ciudadanos.

Su posición bisagra y en ocasiones sorpasso del PSOE, en incluso a ‘empate técnico‘ del PP le colocan en un lugar privilegiado para decidir qué partido y qué personas podrán ocupar el sillón de Moncloa.

Rivera dice sentirse con fuerza para cambiar los sondeos. Especial elecciones del 20D.

Este miércoles, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha respondido al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, reiterando que no apoyará un Gobierno de Mariano Rajoy tras las próximas elecciones generales, como tampoco apoyará un Ejecutivo socialista.

«No voy a apoyar un Gobierno presidido por Pedro Sánchez y no voy a apoyar un Gobierno presidido por Mariano Rajoy», ha subrayado en la Universidad Camilo José Cela de Madrid, donde ha mantenido un encuentro con unos 200 estudiantes.

Nombres prohibidos

El comentario y las aclaraciones del líder de la formación naranja, sujeto al análisis del discurso político, propio de una campaña electoral, es también la respuesta a las reiteradas críticas de PP y PSOE.

De un tiempo a esta parte, el PP se obstina en identificar a Ciudadanos con el Partido Socialista. Y advierte a sus votantes que confiar en Rivera es darle el voto al PSOE,y por ende perder el voto.

Los socialistas, por su parte, se afanan en identificar a Rivera con un líder de «derechas».

Sánchez se lo dijo hasta en dos ocasiones en el transcurso del debate organizado por el diario El País, en un momento en el que Rivera le pedía a Sánchez su opinión por los pactos del PSC con el soberanismo, concretamente en algunos ayuntamientos catalanes (¿Quién ganó el debate de Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias?… ¡Mariano Rajoy!).

Sánchez le recordó su pasado con Libertas y acabó disculpándole por no ser de extrema derecha, pero sí de derechas.

El juego de las dos primeras formaciones corresponde a un táctica, detrás de la cual está averiguar qué piensa hacer Rivera una vez se conozca el resultado de las urnas. Lo que parece objetivo es que ninguno, ni uno ni otro, ni PP ni PSOE parece que vayan a obtener votos suficientes para conformar un gobierno estable.

Todos los sondeos coinciden en indicar que la formación ganadora -como tradicionalmente ocurre en España, algo que puede cambiar por primera vez en la corta historia de esta democracia- necesitará sumar apoyos de otras formaciones políticas (Luis de Guindos: «Yo no sé si el Ibex 35 está apoyando o no a Albert Rivera, hay de todo»).

Y en ese contexto, Ciudadanos, más que Podemos -las encuestas les colocan como cuarta fuerza, y en cualquier caso nunca por encima del 15% de los votos- es el partido que más condiciones tiene de ser bisagra y convertirse en la llave que todos quieren, aunque se empeñen en decir que será la llave del contrario.

En este desquiciamiento político de PP y PSOE, Albert Rivera ha planteado un nuevo escenario con un nuevo interrogante que incrementa el misterio: ¿Qué ocurriría si finalmente fueran Rajoy o Pedro Sánchez quienes se ven obligados a sentarse con él para negociar el nuevo Gobierno? Rivera, el político español más influyente en Europa, según ‘Politico’
Operaciones y ecuaciones electorales

Preciado y criticado al mismo tiempo, el líder de Ciudadanos ya ha dicho en más de una ocasión que no piensa apoyar a Mariano Rajoy al frente de un nuevo Gobierno. Y este miércoles, a la lista de no presidenciables ha añadido la de Pedro Sánchez.

En ambos casos se refiere a ejecutivos liderados por sus primeros espadas, lo que a esta cadena de incógnitas añade el nombre de los políticos, de un lado y de otro que sí apoyaría en el caso de que tuviera que brindar sus votos para que prosperara la investidura del presidente del Gobierno de España.

No obstante, Rivera también ha dicho que no se trata de apoyar o no a Rajoy, o de hacerle primarias a los partidos, si no de apostar por un cambio político que suponga la regeneración del sistema.

En este guirigay de nombres, animando si cabe aun más las quinielas electorales, los mentideros políticos -apoyados en la ausencia de Rajoy en uno de los debates televisivos, y en la elección de Soraya Sáenz de Santamaría para que le sustituya en la tribuna- se centran en alentar un arreglo de última hora si Mariano Rajoy no pudiera volver a La Moncloa («Rivera e Iglesias son dos jóvenes que atienden en la barra del Tío Cuco»).

Se trata de la ‘Operación Menina’, una operación que consistiría en sustituir a Rajoy por Soraya Sáenz de Santamaría en la investidura de Gobierno, ante la tajante negativa de que Rivera no quiera apoyar al candidato de los populares.

En realidad, explican algunas fuentes, la operación se basa en la cesión del escaño de Rajoy para correr lista hasta el segundo sillón por Madrid, que recae en la vicepresidenta.

El único problema de este cambio de cromos, que para fuentes cercanas del PP ha sido diseñada desde la Cuesta de las Perdices, sede del CNI, es que Santamaría no goza de la gracia de la mayoría del partido, tampoco de los barones, y solo es una fontanera de lujo que es más querida extramuros del PP que dentro.

Y si por si esto no fuera suficiente agravante, Rivera se ha apresurado en señalar que tampoco respaldaría a Santamaría al frente de un Gobierno.

En el caso de que la apuesta final fuera la del PSOE, la testitura también resulta complicada. Los sondeos dan peores resultados a los socialistas que a los populares, y no es la opción favorita de los electores.

Sin embargo, es cierto que cabe la posibilidad de que exista un entendimiento entre socialistas y ciudadanos, ya que, como en Andalucía, no es la primera vez que se sella un acuerdo de investidura, que no de Gobierno (La encuesta de Redondo & Asociaciones Public Affairs Firm, «aupa» a Ciudadanos a la segunda posición en Castilla y León).

La duda está en saber si, llegado el caso, Rivera exigiría la cabeza de Pedro Sánchez, y en este punto, qué nombre demandaría para reemplazarle en el puesto.

Más allá de los nombres propios, de las quinielas y las especulaciones (el barómetro del CIS adjudicaba a Ciudadanos en octubre la tercera fuerza política con el 14,7%), Rivera ha dejado en el tablero otra ecuación que encaja con la tendencia marcada en las últimas encuestas electorales y los estudios de algunos analistas políticos.

El escenario pasa por aclarar si el 20D, el PSOE elegiría apoyar al PP, en un pacto del «bipartidismo decadente», o a Ciudadanos. En un posible acercamiento al PSOE, Rivera riza más el rizo. Preguntado por la posibilidad de gobernar con el apoyo del Partido Socialista y Podemos, ha asegurado que esto podría ocurrir siempre y cuando no le pidan condiciones «inaceptables». «Si no me van a pedir condiciones intentaría gobernar en minoría», ha explicado.

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