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Soraya se cuida las espaldas tras el primer aviso de sus detractores

Ni el episodio de su falsa candidatura al Ayuntamiento de Madrid es anecdótico ni el rumor uno de tantos que pueblan este ecosistema político de un año doblemente electoral. Hay mucho más

Soraya se cuida las espaldas tras el primer aviso de sus detractores
Soraya Sánez de Santamaría con Mariano Rajoy. EP

La tradicional serpiente de verano esta vez ha mudado la piel y se ha convertido en una de invierno. O más bien de Navidad.

Porque eso y nada más que eso ha sido el presunto interés de Mariano Rajoy en enviar a Soraya Sáenz de Santamaría de candidata al Ayuntamiento de Madrid. Como si no le hiciera suficiente falta en La Moncloa. Ella que, abracadabra, es capaz de dar la vuelta a una crisis semejante a la del ébola y salvar los muebles gubernamentales.

Y como si no tuviera decidido ya el presidente, como desveló el director de El Semanal Digital hace unos días, que tamaña batalla debe darla Esperanza Aguirre. La presidenta del PP de Madrid quiere y puede, mal que le pese a Cristina Cifuentes, la gran damnificada.

El habitual silencio de Rajoy y de su entorno ha sido el hábitat perfecto para que la serpiente reptara a sus anchas por las redacciones durante semanas. Hasta que el jueves pasado el presidente decidió cortarle la cabeza en una conversación informal con los periodistas que le acompañaban en su viaje a Andorra, a los que transmitió que su número dos está muy bien donde está. Punto. O como dijo él: «Bah, bah».

Ahora bien. Ni el episodio es anecdótico ni el rumor uno de tantos que pueblan este ecosistema político de un año doblemente electoral. Es la constatación de que, con la sucesión de Rajoy revoloteando en el ambiente -y más que lo hará si en mayo se produce un desastre para las siglas del PP-, Sáenz de Santamaría es una de las mejor situadas, si no la mejor. Ergo un gran objetivo a batir.

Lo llaman fuego amigo, líbrame de mis amigos que de mis enemigos ya me libro yo. Sea como fuere, la de Valladolid es consciente que éste no será el último aguijonazo que reciba en los próximos meses y está preparada. ¿Que de dónde salió el rumor? Poco importa ya, pero su objetivo era tan descabellado como claro:

1. Enviar a Soraya a un escenario complejísimo sin tener experiencia en esas lides (nunca ha sido cabeza de cartel en unas elecciones, siempre ha ido en la lista al Congreso por Madrid).
2. Pongamos que gana… pero sin mayoría absoluta, que es la hipótesis más manejada el PP.
3. Ni vicepresidenta ni alcaldesa. Ese fracaso se posa como plomo en sus alas llegado el momento de la sucesión. Que, si Rajoy no pasa la reválida de noviembre, no está tan lejano.

No obstante ha hecho bien la vicepresidenta en hacer caso omiso, ella que es poco dada a las habladurías. Cuentan que ni en las reuniones de secretarios de Estado y subsecretarios ni tampoco en foros más restringidos ha hecho en todo este tiempo Sáenz de Santamaría una sola mención a un asunto del que, desde el principio, huyó como de la peste.

La cosa está así. En el más reducido círculo del presidente ni siquiera entra su jefe de Gabinete, Jorge Moragas. En el más reducido círculo sólo hay sitio para Pedro Arriola -alias el gurú-, Carmen Martínez Castro -la secretaria de Estado de Comunicación- y Soraya Sáenz de Santamaría.

Aplicando la lógica mariana, Rajoy no podría desprenderse de la única de los tres que, como él, es política. Menos en un año en que el Gobierno del que ella es la columna vertebral tiene que echar el resto. Y mucho menos aún teniendo en cuenta lo que la aprecia, personal y profesionalmente.

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