La explosión de Podemos en el panorama político español precipitó lo que la naturaleza venía haciendo sin ayuda desde hacía algunos meses: retirar a todos los protagonistas de la Transición. Murió Fraga, murió Carrillo, murió Suárez, abdicó el Rey. Podemos ha hecho de la juventud un valor en sí mismo; un requisito imprescindible para ser alguien en la nueva política española. Una suerte de relevo generacional forzoso con mensaje implícito: la generación que nos trajo hasta aquí ha fracasado, es nuestro turno. Y si los viejos roqueros no mueren, se les mata.
Rubalcaba, el más listo de la clase y el primero en ver el panorama, fue el primero en hacer las maletas. Le sustituye Pedro Sánchez, ventiún años menos. Cayo Lara ya ha dicho que lo deja. Alberto Garzón, veintinueve años, tomará las riendas.
Pablo Iglesias tiene treinta y seis; Errejón treinta, y el otro hombre de moda al que sonríen las encuestas, Rivera, treinta y cinco. Rosa Díez, antaño la política más valorada de España, se hunde en las encuestas: el nuevo imaginario la identifica generacionalmente como corresponsable del actual estado de cosas (y por lo tanto inhabilitada para cambiar nada). En UPyD, de hecho, ya suenan algunos nombres como los de Irene Lozano o Gorka Maneiro, cuarenta y treinta y nueve años respectivamente, para sustituir a Díez.
Pero de todos los partidos es el PP el que tendrá más graves problemas para hacer sus cambios: no parece haber banquillo más allá de Pablo Casado (treinta y tres). Al menos banquillo conocido. Porque todos y cada uno de los que serán los nuevos protagonistas de la política española eran ya conocidos. Por eso serán los protagonistas. La popularidad previa, trabajada en los grandes medios, les acercó al protagonismo del que hoy gozan, no al revés. Todos están fajados en las tertulias televisivas.
Pedro Sánchez es el secretario general del PSOE por haber sido antes tertuliano (y Madina no lo fue por no haber pisado nunca un plató); Alberto Garzón será coordinador federal de IU por el mismo motivo y Albert Rivera está ahora recogiendo los frutos de años de peregrinaje televisivo.
Si las corruptelas no se la llevan antes por delante, Tania Sánchez se hará fuerte en Madrid porque fue asidua a las televisiones. Y Antonio Miguel Carmona es hoy candidato a la Alcaldía de la capital por su elevadísimo nivel de conocimiento forjado en años de gatos al aguas, trece teuves, sextas y cuatros. Pablo Casado es hoy portavoz popular, a pesar de ser un hombre de Aznar, porque funciona en La Sexta Noche. Y qué decir de Pablo Iglesias. Él fue el primero en dar con la fórmula: pocos años y mucha tele.
