DE AQUELLOS POLVOS…

Sánchez devuelve con creces a Gómez la humillación que no le perdonó

La liquidación del ya ex líder del PSM ha puesto el broche al retrato de su secretario general. El de un político implacable en el manejo de la venganza

Sánchez devuelve con creces a Gómez la humillación que no le perdonó
Tomás Gómez y Pedro Sánchez. PD

Ni en sus mejores sueños pudo imaginar Pedro Sánchez tener en sus manos la testa de Tomás Gómez. El secretario general del PSOE olvidó los juegos florales, apartó las ocurrencias improvisadas, y sacó al killer que encierra bajo sus camisas blancas. A degüello, purgó al líder del PSM. Y lo hizo con un motivo más visceral, más instintivo y menos intelectual que la razón de las malas perspectivas electorales: la rencorosa memoria de un desaire.

Sánchez ha demostrado ser de los que no olvidan una afrenta. A día de hoy, pocos se acuerdan de una dolorosa jugarreta que le hizo Gómez y que a punto estuvo de costarle la carrera política. En 2011, una decisión de Tomás Gómez descabalgó a Pedro Sánchez, por aquel entonces estrecho colaborador de José Blanco, de un puesto en la lista de Madrid con posibilidades de salir elegido diputado tras un enfrentamiento fratricida con Ferraz.

El PSOE, en las que aparentaban ser sus horas más bajas, aprobó sus listas electorales por una abrumadora mayoría pero, por primera vez en el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general, no fueron aprobadas por unanimidad o por aclamación. La discusión fue si un desconocido Sánchez saltaba del puesto 14 hacia arriba. Detrás del nombre del hoy secretario general del partido subyacía un pulso entre Ferraz y el propio Gómez.

Lo cierto es que el líder del PSM había sido generoso en las candidaturas. De hecho, de entre los 10 primeros, 9 no le apoyaron en las primarias frente a Trinidad Jiménez, y lo aceptó. Pero no quería que se moviera más. Luego, Tomás Gómez aceptó que Pedro Sánchez ocupase el lugar número 11 y, aunque la sangre no llegó al río, las espadas estuvieron en todo lo alto. Sea como fuere, los madrileños acabaron dando al PSOE 10 parlamentarios, 5 menos que en 2008.

Y Sánchez se quedó a las puertas de ocupar un escaño. Sólo la renuncia de Cristina Narbona le abrió el hemiciclo a mitad de la Legislatura, en enero de 2013. Pero la herida propinada -me consta- jamás cicatrizó. Pedro Sánchez no olvidó. Pero ha necesitado mucha cuerda y una compleja envolvente. Y ha sabido esperar a esta escena de un Tomás Gómez débil para hacerle padecer en sus propias carnes lo que es tener enfrente al enemigo con Poder.

Dicen que la venganza se sirve fría y Pedro Sánchez ha demostrado conocer bien el refrán.

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