Cargos regionales apuestan porque un congreso decida quién lidera el PP en Madrid
No es Esperanza Aguirre un personaje a quien se mueva manejar como una marioneta. Lo acaba de dejar patente una vez más, plantando cara a los ‘aparatchiks‘ populares que pretendían a toda prisa descabalgarla d ela presidencia regional del PP.Mariano Rajoy ha tratado de cortar de raíz el incendio que se ha desatado en el PP tras las declaraciones de Esperanza en la Cope.
Durante su visita a Antigua, en Guatemala, el presidente del Gobierno ha subrayado que el comunicado que ha emitido después el PP «es la verdad de la situación» y ha dado por zanjado el asunto.
Eso sí, ha subrayado que está muy contento con las dos candidatas propuestas para Madrid.
En el comunicado, el PP señala que Aguirre acordó con la dirección nacional del partido que, si era elegida alcaldesa de Madrid, querría dedicarse en exclusiva al Ayuntamiento y dejaría la Presidencia del PP de Madrid.
El comunicado se hizo durante la mañana, para aclarar todos los malentendidos, y después de la airada reacción de Aguirre en la emisora de los obispos, donde dejó claro que aella no le hacen las listas desde Génova ni la maneja nadie.
Por la mañana, hablaron la presidenta del PP de Madrid y la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal.
La secretaria general, después, ha llamado por teléfono a Rajoy, en Guatemala, para informarle del comunicado, y el presidente del Gobierno ha dado su visto bueno.
Desde el entorno de Rajoy se insiste en nunca ha estado en la cabeza del presidente crear una gestora en Madrid para sustituir a Aguirre como presidenta del partido.
Desde las alturas del PP madrileño, los mensajes son claros:
«Nadie que conozca a Esperanza cree que estaría dispuesta a tragar con una gestora; eso es disparar al pie al propio partido».
«Estamos jugando con la existencia misma del PP, a 80 días de las elecciones».
«Esto es un suicidio; no se puede hacer peor», se lamentaba ayer un cargo popular madrileño cercano a Aguirre. Sembrar dudas sobre «una candidata recién nombrada, a 80 días de las elecciones, es debilitarla».
Debilitarla no, porque ha salido del rifirrafe muy reforzada y se notará en las urnas.