¿Sabes quién es quién en la 'guerra magenta'?

UPyD a la deriva y Ciudadanos al acecho: Toni Cantó admite su fracaso tras el apoyo de UPyD al enroque de Rosa Díez

Son un clamor las voces dentro del partido han alertado del peligro de extinción que corre la organización magenta tras la debacle electoral del 22-M

La verdadera hija pródiga es Irene Lozano. La diputada nacional, aupada por los focos mediáticos tras su defensa enconada del polémico caso de la militar Zaida Cantera, ha llegado al extremo de pedir la dimisión de Díez

El diputado de UPyD y candidato a la Generalitat valenciana, Toni Cantó, que este sábado 28 de marzo de 2015 ha pedido la dimisión de Rosa Díez, ha reconocido haber perdido en su intención de querer renovar la dirección después de que la resolución a favor de posponer cambios haya sido aprobada por 82 votos frente a 38.

La resolución, que ha contado además con dos abstenciones y un voto nulo, da a la dirección de plazo hasta después de las elecciones del próximo mes de mayo para poder introducir, tras el fracaso electoral en Andalucía, los cambios en su estrategia política que reclama el sector crítico, que han encabezado Cantó y otros diputados, entre ellos Irene Lozano y Álvaro Anchuelo,

Dicha resolución incluye también la convocatoria de un congreso extraordinario para renovar la dirección tras la celebración de los comicios municipales y autonómicos.

Rosa Díez considera que su dimisión y la de la dirección de UPyD, sería «el mayo daño» que se puede hacer ahora a la formación y se ha mostrado dispuesta a resistir «todo lo que haga falta», aunque ha pedido perdón por no haber expresado la autocrítica que sí cree «necesaria» tras el mal resultado electoral obtenido en Andalucía.

Durante su intervención inicial en el Consejo Político ha defendido su postura respecto a la independencia del partido y se ha mantenido firme en su decisión de seguir al frente de la formación.

«El mayor daño que se le puede hacer al partido ahora es que dimita el Consejo de Dirección».

‘Moción de censura’ a Rosa Díez

También ha manifestado sus diferencias con la dirección del partido el portavoz en la Asamblea de Madrid, Luis de Velasco, quien interpreta la votación de este sábado como una moción de censura a Rosa Díez y todo su equipo.

La líder, empeñada en aferrarse al puesto sea como sea, ha convocado también un cónclave extraordinario que se celebrará inmediatamente después del ordinario, para debatir y votar la estrategia de UPyD de cara a las municipales y autonómicas de mayo.

Nuevamente, se votó si buscar o no alianzas con Ciudadanos, como ya se hizo en el consejo de septiembre pasado, que forzó el exeurodiputado Francisco Sosa Wagner, ya fuera de UPyD tras ser desautorizado por la dirección.

Y, como sucedió entonces, tampoco esta vez salió adelante la iniciativa.

Como subraya Carlos Mier en ‘El Economista’ este 28 de marzo de 2015, UPyD es un barco que se hunde en un remolino electoral con grandes olas anaranjadas y viento Ciudadano, pero Rosa Díez, capitana de capitanes, lideresa de líderes, parece bien dispuesta a encadenarse al palo mayor para, una vez más, salir airosa de la tormenta.

La acción-reacción es el ‘modus vivendi‘ político y en un estudiado silencio desde que el lunes diera sus personales explicaciones sobre la caída a los infiernos andaluces, la veterana Díez arma el brazo para acometer un nuevo golpe de timón.

El enésimo quiebro ante las acometidas de sus subordinados. Una muesca más en el revólver.

Tras la debacle andaluza, con apenas el 2% de los votos y sin rastro de representación, UPyD agota una semana horribilis que ha puesto al partido al borde de una fosa abisal donde se sumerge el batiscafo de las elecciones de mayo.

Este sábado, con la convocatoria de un Consejo Político extraordinario (órgano de representación territorial) en el que se debatirá la estrategia a seguir de cara a los comicios municipales, algunos aspiran a conseguir cambiar también la hora en el reloj de la joven formación.

Sin embargo, las casas de apuestas políticas casi dan por sentado que, cuando den las dos, el cronómetro de Rosa seguirá marcando las dos. Por mucho que la primavera quiera marcarle el horario al invierno.

Algunos de sus vástagos parlamentarios, moldeados a su imagen y semejanza procedentes del anonimato, protestan como adolescentes políticos que son, ya con ideas y criterio propios, conscientes de lo importante que es proteger la cuota de su silla.

Exigen explicaciones ante la dureza electoral e incluso se atreven a revelar un incipiente Complejo de Electra pidiendo la cabeza de su madre política. Pero los antecedentes revoltosos no juegan a su favor. De los 127 fundadores de UPyD en 2007, apenas quedan una veintena. Y mamá Díez sigue fresca como el primer día.

Siete años y medio se cumplen desde que al Foro de Ermua le naciera un brazo político, principalmente fruto del ocaso político de Díez en el PSOE.

Tras muchos momentos duros y polémicos, jalonados de dimisiones, encontronazos y luchas de poder, pero también después de unos esfuerzos encomiables en pos de la transparencia y contra la corrupción y de demostrar que un partido bisagra es posible en España sin nacionalismos periféricos de por medio, UPyD vuelve a mirarse en el espejo.

Y aparentemente lo hace con la posibilidad de recibir dos reflejos. Uno suele llevar corbata, es catalán, tiene una barra en las encuestas cada vez más grande y sale mucho por la tele hablando del rechazo de UPyD a la confluencia.

El otro puede que sea, sencillamente, el destino del azucarillo. Quizás, quien sabe, la madrina de la tercera vía vuelva a inventar la manera de seguir subida a su torre de marfil sin acabar por dar órdenes a las paredes.

La guerra no ha hecho más que comenzar y, como en ‘Juego de Tronos’, se prepara una particular boda rosa. Estos son sus protagonistas. El quién es quién en la contienda magenta. El barco a la deriva de la capitana Rosa Díez.

Una ‘Guardia de Corps’ levantisca

No es la primera vez que Rosa Díez está metida en problemas relacionados con su ego. Álvaro Pombo, Mikel Buesa, Guzmán Fernández Ortiz, Gerardo Hernández Les, Francisco Sosa Wagner… todos los que, de una manera u otra, quisieron echar un pulsito a la lideresa acabaron con la muñeca rota y las maletas en la puerta.

Pero, a diferencia del momento actual, ellos no eran políticos en el sentido estricto de la palabra, eran intelectuales metidos en política.

Ahora es distinto. Esto es algo más familiar. Más íntimo incluso. Ironías del destino, es su tripulación en el Congreso, paradigma de grupo unido y fiel, la que eleva la voz para decir «basta ya».

La Guardia de Corps anda levantisca después de ver cómo un bárbaro joven y de fina retórica asola el pequeño reducto creado a base de descontento primigenio con el bipartidismo imperante.

Los nuevos actores llegan dispuestos a arrasar Roma y el caudillaje de Díez se ha visto superado, incapaz -o tal vez impotente- para negociar un pacto honroso con Ciudadanos en medio de la pronosticable decadencia y ante la posibilidad real de una opa hostil disfrazada de hartazgo.

En medio del paroxismo electoral, el primer adlátere en indignarse fue el experimento Cantó. El inesperado quinto hombre en el Congreso ha acabado por parecerse más a una quinta columna.

Quiere pacto con Ciudadanos, quiere ir a Valencia a no hacer el ridículo y tomó una determinación tuitera el pasado lunes, calificando de «indignante» una rueda de prensa post-naufragio en la que la primera espada del partido eludió cualquier tipo de responsabilidad y culpó velada y no tan veladamente al equipo andaluz.

Esa misma noche, del tenso Consejo de Dirección, ente aglutinador del poder y apparatchik unionista que volvió a ratificar el descarte de la confluencia con el partido de Albert Rivera, salieron cinco dimisiones.

Dos más discretas, la de David Andina y Rodrigo Tena, una finalmente abortada, la del portavoz de la Asamblea de Madrid, Luis de Velasco, y dos que rompieron las amarras de la disidencia: la de los diputados nacionales Álvaro Anchuelo e Irene Lozano.

En el caso de Cantó y Anchuelo, los puentes internos tendidos parecen haber dado sus frutos y ambos han realizado pequeñas recogidas de velas en espera de nuevos acontecimientos y ante la posibilidad de que Díez vuelva a marcar músculo en el Consejo Político de este sábado, ante un auditorio que previsiblemente estará a favor de la lideresa, tal vez con menos fervor que en ocasiones anteriores.

Pero la verdadera hija pródiga es Irene Lozano. La diputada nacional, aupada por los focos mediáticos tras su defensa enconada del polémico caso de la militar Zaida Cantera, ha llegado al extremo de pedir la dimisión de Díez.

Con la línea roja cruzada ampliamente, su caso parece abocado a un desenlace traumático, sobre todo después de que en el Consejo de Dirección del lunes pidiera el pacto con Ciudadanos.

Sosa Wagner se ha encargado de recordar esta misma semana la actitud de Lozano cuando él mismo repetía hace meses el lema ‘confluencia o muerte’ y que provocó su «linchamiento» y posterior salida del partido.

Y es que, según Wagner, Lozano no tenía precisamente la misma opinión sobre aglutinar fuerzas que tras su transformación post-debacle andaluza.

Europa, los gamberros de la última fila

Decir que por Bruselas no hay buen ambiente en UPyD es como afirmar que la Guerra de los Cien Años fue una refriega. Los díscolos Fernando Maura y Enrique Calvet, éste último padre de una corriente crítica oficial dentro del partido y enemistados ambos abiertamente con Rosa Díez, cargan sus fusiles contra su lideresa estos días. Ambos creen que el partido está «acabado» y siguen trabajando en la sombra para lograr la ansiada unión con Ciudadanos.

Desde fuera, Sosa Wagner se regocija pronunciando su esperado «os lo dije» y pronostica una «muy probable forma de destrucción del propio aparato de UPyD en los territorios» en fechas próximas.

Sin embargo, las eurodiputadas Maite Pagazaurtundúa y Beatriz Becerra se alinean con Díez y rechazan confluir con el partido de Rivera.

Las autonomías también levantan la voz

Ese apocalipsis territorial anunciado por las trompetas de Sosa Wagner, con un éxodo masivo hacia Ciudadanos en muchas agrupaciones, ha enseñado la patita en Upyd de Aragón.

Este jueves, la agrupación aragonesa exigía la dimisión del Consejo de Dirección del partido, incluida Rosa Díez, y el nombramiento de una gestora hasta la convocatoria de un congreso extraordinario pasadas las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo.

En este sentido, la posibilidad de que una gestora sea el paso inevitable está a solo tres dimisiones de producirse. Hasta ahora, las disensiones se habían sorteado con un Consejo de Dirección sin fisuras, pero ahora la situación ha cambiado.

El artículo 30.5 de los Estatutos de UPyD contempla la constitución de una gestora y la disolución del Consejo ante una serie de condiciones, como la dimisión de la mitad más uno de sus miembros.

Esto significaría que Rosa Díez está a tres dimisiones de tener que apartarse del liderazgo del partido, ya que hasta ahora se han producido ocho de las 11 que serían necesarias para ‘tumbar’ la dirección.

Uno de los miembros que abandonó en su momento el órgano de dirección es el diputado regional en el parlamento asturiano, Ignacio Prendes, que actúa como bisagra para sostener el gobierno socialista en el Principado. Él también ha pedido a Díez que dimita esta misma semana.

Por su parte, el buque insignia unionista, la Asamblea de Madrid, mantiene una distancia prudente con la jefa, aunque salpicada por la citada dimisión en retroceso de Luis de Velasco.

El candidato a las elecciones autonómicas, Ramón Marcos, sí se ha mojado, pero para mostrarse «orgulloso» de la portavoz suprema de la formación e insistir en que «no es momento» de dimisiones.

Una línea conciliadora que tampoco ha respetado al dedillo el portavoz municipal y candidato a la alcaldía, David Ortega, que recomienda a Díez «escuchar más».

Herzog y Gorriarán, al rescate

Pero lo cierto es que no todo son malos modos y gestos duros cuando alguien pronuncia el nombre de Rosa Díez en UPyD. Aún le quedan aliados.

Y ya se ha encargado de subirles la categoría y cerrar filas, en una maniobra que es toda una declaración de intenciones en dos sentidos que parecen contradictorios. Apagar el fuego mientras aplica golpes de martillo.

Y es que la política bilbaína nombraba este mismo miércoles al responsable de Regeneración Democrática y abogado de las causas de Bankia del partido, Andrés Herzog, portavoz adjunto de la formación magenta, un puesto que hasta ahora no existía.

O lo que es lo mismo, se inventaba una mano derecha fiable y de consenso, que buena falta le hace.

Aunque tal vez lo que ha hecho Díez es cambiar un guante de cuero por uno de terciopelo.

La decisión se producía después de que el único apoyo firme que le queda dentro de las paredes del Congreso, Carlos Martínez Gorriarán, respondiera airadamente y en red social -al estilo Cantó- a las críticas de sus compañeros de partido.

El escudero fiel de la lideresa cargaba en 140 caracteres contra todo y contra todos, con un enfrentamiento personal incluido con Álvaro Anchuelo, que tampoco se quedaba corto en su respuesta:

«Mi carrera profesional era ya muy buena antes de existir UPyD. Catedrático por Salamanca y Madrid. Tú has ganado más».

Estas palabras eran escritas después de que Gorriarán arremetiera contra quienes apuñalan «por la espalda», «abandonan el barco cuando hay tormenta» y «solo piensan en hacer carrera política».

Precipitaciones aparte, Díez tiene ante sí una nueva prueba. Por primera vez, puede que el ‘conmigo o fuera del partido’ que tan buenos resultados le ha proporcionado hasta ahora no le baste para contener un terremoto interno que, paradójicamente, tiene el epicentro fuera de su órbita de acción: justo donde empieza la C de Ciudadanos.

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