¿Quién empezó la 'bronca' en el PP?

Todas las claves sobre los personalismos, luchas de poder y falta de química entre líderes del Partido Popular

Las guerras internas han estallado en el gran partido del centroderecha español ante el nerviosismo de las próximas elecciones y el miedo a la debacle

María Dolores de Cospedal es secretaria general del PP y presidenta de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.

Hay quien sostiene en el partido que no es posible compaginar ambas cosas con eficacia. Y, tratando de arrimar el ascua a su sardina y obviando su propia responsabilidad, achacan a esa duplicidad de cargos muchas disfunciones que detectan en el partido.

Subraya Sara Medialdea en ‘ABC‘ ester 8 de abril de 2015, que todos en el PP apuntan al sector más cercano a Javier Arenas en esta línea, aunque él evita hablar en público y niega haber hablado mal de ningún compañero.

Sí hay algo en lo que se enfrentaron: por el candidato del PP a la Junta de Andalucía: Arenas -y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría- querían a Juanma Moreno Bonilla, mientras Cospedal y el líder andaluz Juan Ignacio Zoido eran partidarios de José Luis Sanz.

Y ahí entra la tercera pata de este banco de «discrepancias»: la vicepresidenta, mano derecha del presidente Rajoy y una de las personas con más poder en España en la actualidad.

La sintonía entre las dos mujeres en las que se apoya el jefe del Ejecutivo y del Partido Popular no siempre ha sido buena: demasiada personalidad y una actitud mutua siempre a la defensiva para evitar las injerencias ajenas.

Este cóctel explosivo se ha mantenido en un difícil equilibrio, roto sólo en ocasiones puntuales, a lo largo de los últimos años.

Pero el nerviosismo de las próximas elecciones y el miedo a la debacle pueden haberlo reactivado. Hasta hacerlo estallar, probablemente, si al final se cumplen las negras perspectivas.

¿QUIÉN EMPEZÓ LA BRONCA?

El último enfrentamiento interno en el PP ha trascendido a la opinión pública más de lo que hubieran querido en el partido.

Tal vez por la sequía informativa de la Semana Santa, quizá por la cercanía de las citas electorales de mayo, el hecho es que las filtraciones sobre cambios inminentes, seguidas por una batería de declaraciones incendiarias, han removido las aguas -no siempre mansas- del partido con sede en Génova. Pero ¿quién empezó la bronca?

Desde ninguno de los sectores que tradicionalmente están enfrentados dan un paso al frente. Para unos, el desencadenante fue la colección de noticias filtradas a los medios y en las que se especulaban con próximos cambios en la dirección popular, aprovechando la Junta Directiva del martes.

Para otros, resultó apabullante e inesperado -«nadie se lo explica»- la ristra de declaraciones de dirigentes cercanos a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal: la senadora y portavoz castellano-manchega Carmen Riolobos, y el diputado por Toledo y portavoz adjunto en el Congreso Agustín Conde, salieron en defensa pública de Cospedal, mientras otras fuentes cercanas en privado alegaban que se defendían de una auténtica «campaña» contra ella.

Desde el entorno de Javier Arenas -no siempre en sintonía con Cospedal, y mencionado indirectamente por quienes la defendían, que recordaron a los que «pierden elecciones en Andalucía»- aseguraban no haber entrado en esa guerra.

Es más, recordaban que el dirigente popular -que en realidad fue el más votado en las elecciones en 2011, aunque una coalición PSOE-IU le arrebató el poder- «jamás habla mal de un compañero de partido».

Otra figura caracterizada por su falta de química con Cospedal es la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Las dos damas populares, máximas exponentes del poder en el Gobierno y el partido, compiten por ganarse la atención del presidente Rajoy.

Mientras todo esto pasaba, crecía la indignación entre los candidatos que se presentan el 24-M, asustados por las consecuencias de este lío interno sobre sus ya pobres perspectivas electorales.

Hubo que escenificar la paz; o «más que la paz, dejar claro qué es el PP», porque el trabajo conjunto de un «gran partido», que fue la lista más votada en las últimas municipales en nada menos que 3.825 localidades, y que cuenta con 26.499 concejales en toda España, se perdía «entre tanto ruido».

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