No puede ser que todo lo brindemos a cómo nos va a ir en los medios de comunicación
Tal vez los responsable de la editorial Turpial no cayeron en la cuenta de que la sede del antiguo diario Madrid fue el lugar en el que se escenificó el aislamiento total de Juan Carlos Monedero cuando salió a la luz el escándalo de sus cobros a Venezuela —La soledad de Monedero: comparece sin estar flanqueado por sus compañeros y sin los símbolos de Podemos—
Puede ser que, a pesar de eso, al cofundador de Podemos le guste ese lugar. Sea como fuere, ese mismo espacio fue el elegido para presentar el libro producto de las largas entrevistas que al politólogo le hizo el periodista Ramón Lobo.
Entrevistado y entrevistador fueron las estrellas, más el primero que el segundo, de la presentación de ‘Conversación con Juan Carlos Monedero’ (Turpial, 2015). Como comparsas participaron las periodistas Cristina Pardo (laSexta), que mostró una postura amable pero crítica, y Olga Rodríguez (El Diario.es), que se mostró totalmente entregada a Monedero y a la que le faltó hacer pública demostración de amor por el de Podemos.
Foto: Miruna Hilcu.
Como dos meses antes, Pablo Iglesias (al que en un momento dado Monedero se refirió como ‘Pablito’), Inigo Errejón, Carolina Bescansa y otros dirigentes de Podemos dejaron solo al protagonista. No podía verse a ningún rostro conocido de la formación izquierdista entre el público. Quien estaba, desconocemos si como la última incondicional de hombre del chaleco o tal vez como comisaria política para atender a que el protagonista no dijera nada inconveniente, una de las responsables de prensa del partido morado.
En cualquier caso, dicha persona no estaba cumpliendo funciones de comunicación. Una joven periodista se acercó a ella para preguntarle si era de prensa. Ella le dijo que fuera a hablar con quien cumplía esa función en la editorial: una chica de muy arreglada, con altos y finos tacones, pantalón corto de cuero y blusa blanca de carácter mucho más amable que el que suele caracterizar a sus pares de Podemos cuando tratan con medios no afines.
Como para completar la imagen de soledad, cuatro de las sillas de la primera fila que tenían un cartel de «reservado para familiares» quedaron vacías. Una de ellas sería ocupada más tarde por una fotógrafa de largo cabello pelirrojo y hombros al aire que podía tomar desde aquel lugar imágenes desde un ángulo más adecuado. Similar destino le esperaría a los otros tres asientos.
Foto: Miruna Hilcu.
A la hora de la convocatoria la sala estaba, eso sí, llena. Buena parte de la concurrencia estaba formada por periodistas, pero no eran los únicos. Entre el público no informador no predominaban los jóvenes. Había muchos más mayores de 60 años que menores de 30, y en la franja intermedia eran mayoría los que se acercaban por edad más a los primeros que a los segundos.
Mientras esperaban la llegada de los ponentes, unos y otros tuvieron que escuchar la poco afortunada música y las letras en inglés (¡la lengua del ‘imperio’!) de una «banda de pop-folk’, según se la presentaba en la invitación al acto.
Cuando por fin llegan los protagonistas del acto, se sientan junto al representante de la editorial en torno a una mesa baja. Tras ellos, un panel muestra un montaje con tres fotos. A la izquierda, un primer plano de Ramón Lobo; en el centro, la portada del libro; a la izquierda, la imagen de Juan Carlos Monedero. Esta última está muy retocada, el proceso de rejuvenecimiento ha sido tan absoluto que más parece un estudiante de primero de carrera que un profesor con unos cuantos años de docencia a sus espaldas.
El moderador trató de que el público sintiera lástima por el ‘sufrimiento’ del protagonista. Habló de cuando le propuso el libro a Monedero:
Estaba en una mala época, o en una época peor, afectado y hecho polvo.
Foto: Miruna Hilcu.
Esa misma idea estuvo presente en toda la intervención de Monedero, que no dejó que quejarse de cómo le trataban los medios de comunicación y los periodistas. En todo momento se presentó como una víctima incomprendida y machacada. Ese victimismo se complementaba con una pedantería absoluta (nada más arrancar su charla citó en apenas tres minutos a Maquiavelo, Platón, Max Weber, Fray Bartolomé de las Casas y Inés de Sepúlveda).
Su prepotencia intelectual llegó a la cúspide cuando se quejaba de que se hablara de su etapa en Venezuela (de la que le faltó poco para retratarla como la acción de un opositor al chavismo) y no del tiempo que pasó en Alemania. Se quejó de que la gente no haya leído su tesis sobre el fracaso de la Deutsche Demokratische Republik (lo dijo en alemán):
Eso que nos hubiera llevado a discusiones mucho más ricas de repente desaparece, porque tenemos que estar constantemente como disculpándonos del tema de Venezuela.
Tal vez su sorpresa por la falta de lectores de su tesis fuera menor si tuviera en cuenta que la misma jamás ha sido publicada y que ni tan siquiera está disponible para su consulta en los archivos de la Complutense —[EXCLUSIVA] La misteriosa tesis doctoral ‘cum laude’ que Monedero lleva 19 años ocultando en un sótano–.
Pero antes de eso ya había lanzado innumerables dardos contra la prensa y la política. No dejó de quejarse de los medios de comunicación, de la inmediatez. Como el personaje de ‘El libro de la rosa’ que considera que la risa es maligna, cargó con mucha fuerza contra la sátira política y los programas donde se trata la actualidad con un toque de humor. Para él, eso distrae la atención y frena la indignación.
No fue muy riguroso al hablar de la muy real influencia del Gobierno en los medios, al exagerarla en grado extremo:
En los últimos meses hemos visto cambiar a los cinco directores de los cinco principales periódicos.
El ‘intelectual’ (se refería en todo momento a sí mismo con ese termino) falló en dos datos fundamentales. No fueron cinco, sino tres los directores de los cinco diarios los cambiados, y no ocurrió en «los últimos meses», sino en casi un año y medio antes.
Resultó llamativo cuando se quejó de que se recuperara el vídeo en el que hacía unas polémicas declaraciones sobre la droga en el País Vasco:
Presento un libro hace tres años, donde planteo un análisis de la transición, de los años 70, que lo conocen las Madres contra la Droga, es decir, el papel que desempeñó la heroína, un problema terrible, y lo planteo en una discusión académica, como un problema académico que tenemos que investigar. Y ahora, como pertenezco a Podemos, lo mecen como una acusación donde me presentan una querella.
Recordemos qué dijo Monedero en aquel entonces, lo que él ahora presenta como una discusión académica:
¿Por qué ETA comenzó a asesinar a ‘dealers’ en el País Vasco? Porque se empezó a distribuir heroína por parte de la Policía».
Si Pablo Iglesias y el resto de los dirigentes de Podemos dejaron sólo a Monedero en este acto, como ya lo hicieron dos meses antes, él no se ahorró una crítica a la estrategia del partido de fiarlo todo a la televisión:
¿Qué ocurre? ¿Que si un día se nos da mal un programa de televisión el proceso se desinfla? No puede ser. No puede ser que todo lo brindemos a cómo nos va a ir en los medios de comunicación, hay que ir a otros elementos.
Foto: Miruna Hilcu.
Y puestos a hablar de imagen audiovisual, no tuvo precio el vídeo presentado por la editorial. En él, se ve las respuestas de varias personas a las que se les pregunta si comprarían el volumen de Lobo con las entrevistas a Monedero. Ocho dicen que sí y siete que no. Lo curioso es que todas las respuestas negativas correspondía con personas que decían no estar interesadas en política o en leer libros sobre esta cuestión. La pieza parecía querer dar la impresión de que nadie que lea sobre política puede no tener ningún interés en leerlo.