A Podemos se le tornan las cañas lanzas con el corralito griego. La defensa cerrada de la gestión de Syriza en Grecia, con el resultado que se está viendo, parece dejarle un único camino a la formación de Pablo Iglesias: seguir adelante en esa posición. No queda otra opción para la formación morada más que la defensa de Tsipras so pena de renunciar a sus propios pasos en los últimos meses.
Es ahora donde entra una cuestión peliaguda para Podemos: que esa ligazón establecida por el partido meses atrás pueda volverse contra él. Parece obvio que los adversarios de Iglesias van a usar, en una llave de judo político-mediático, sus propios argumentos bajo la ecuación Podemos=Syriza.
Para ello lo tienen fácil. Basta con remontarse al pasado 26 de enero, cuando siete altos dirigentes del partido comparecieron ufanos en rueda de prensa para felicitarse por el tiempo nuevo que suponía la victoria de Tsipras en Grecia.
Ante una nube de medios de comunicación, con notable presencia de extranjeros, Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa, Luis Alegre, Tania González, Gemma Ubasart y Sergio Pascual mostraron su solidaridad con Syriza y su alegría por la victoria de Tsipras al trazar un cambio de rumbo para los países del sur.
Obviamente, y a medida que la situación entre Atenas y el Eurogrupo se fue deteriorando, Podemos recalcó que, pese a todo, la situación española no era comparable a la griega.
La clave está en ver si el cortafuegos podemita sirve y si la ligazón establecida en otros tiempos por los responsables de la formación no se vuelve contra ellos.
Al fin y al cabo, la expulsión de Grecia y su corralito es munición de alto calibre para frenar a quienes se han presentado como «hermanos» de la Syriza de Tsipras. Si el blindaje del casco de Podemos resiste es lo que está en el aire.