El coro de oprimidos de la abadía de Montserrat ha presentado un informe de cien páginas recoge lo que el Ejecutivo catalán considera agravios en ámbitos que van desde las infraestructuras a la ley de dependencia y las cifras del déficit fiscal catalán.
«La ‘troika’ que de verdad atenaza Catalunya es la suma del Gobierno, el Tribunal Constitucional y el déficit fiscal estructural», ha lamentado el oprimido el ‘conseller’ de la Presidencia y mano derecha de Artur Mas, Francesc Homs.
Homs cree que España le «roba la cartera» a los catalanes y encima obliga a dar las gracias. Olvida no sin malicia que esa troika que les atenaza hasta la humillación es la misma que les ha prestado 25.000 millones de euros a través del FLA para que puedan pagar facturas y sueldos de los funcionarios.
[Cataluña es la región más beneficiada por este sistema alternativo de financiación. En estos tres ejercicios ha obtenido liquidez por un valor de 25.420 millones (6.665 en 2012; 10.835 en 2013; y ahora otros 7.920)]
Porque a los oprimidos de Montserrat ningún banquero fuera de España les prestaría ni para chuches. Han dejado Cataluña hundida en un pozo sin fondo de despilfarro, corrupción y bancarrota, pero siempre les quedará culpar a los españoles de su ruina mientras éstos sigan pagando de su bolsillo su sardana.
Están acostumbrados a que los insultos no solo le salgan gratis sino que encima los cobran en forma de aguinaldo: en las últimas navidades Montoro les ha perdonado 1.775 millones en intereses de la deuda por financiarse gracias al Estado.
Cataluña está quebrada y no podría pagar a sus funcionarios si no fuera por España y el FLA de Montoro. Y si puede seguir financiándose es porque España con todos sus problemas va a los mercados y consigue dinero. Cataluña intenta colocar un bono catalán y es basura en el sentido estricto.
Desde la proclamación del Estat Catalán del 34 por Lluis Companys, no se veía un esperpento semejante en el que la Generalitat de Cataluña viola con impunidad la Constitución, vulnera el principio de soberanía nacional y promueve una consulta separatista ante la apatía de un Gobierno que pensaba hasta ayer que todo se arreglaba con soltando pasta como en los tiempos de Pujol.
Dinero que irá a parar chiringuitos tan productivos e infestado de enchufados políticos como los consejos comarcales, los medios públicos de comunicación y adoctrinamiento, las políticas de imposición linguística y las embajadas catalanas.
Porque así era como hasta ahora se solucionaban el problema catalán: con pasta. Ya contaba José Bono en sus memorias cómo Mas les había chantajeado: «Mas le dijo a Zapatero: yo quito lo de nación en el Estatut y tú pones más dinero». La confesión de Pujol lanzó a Mas al abismo independentista sin paracaidas.
Tras inflingirle a Rajoy una dolorosa derrota con la consulta trampa del 9-N, Mas prepara el partido de vuelta del 27-S. Independencia o nada. Alicia Sánchez Camacho se dejó en el restaurante La Camarga un tercio de los votos del PP que fueron a parar a Ciudadanos. Ahora Rajoy rectifica y coloca a Xavier García Albiol para ir de duros con los separatistas. Demasiado tarde.