Los podemitas buscan cómo librarse de la etiqueta de la izquierda para crecer

Los ‘sudores rojos’ de Pablo Iglesias y las dudas existenciales de la tropa de Podemos

Iglesias, Errejón y Cia siguen aspirando a la transversalidad a pesar del descenso en el CIS

La ocultación de las banderas y el emborronamiento de principios son clave para acceder al grueso del electorado cabreado con el PSOE

Pablo Iglesias padece ‘sudores fríos’ y no se trata esta vez de una molesta gripe veraniega. En realidad, a estas alturas d ela contienda electoral, lo que sufre son ‘sudores rojos’.

La causa de los males del líder de Podemos es que empieza a vislumbrar la posibilidad de que todo su gozo, se quede en un pozo, como reza el viejo refrán españo. Y que su fantasía de entrar a finales de 2015 en La Moncloa, escoltado por el socialista Pedro Sánchez, quede en nada.

Es lo que tiene de malo ser tan ambicioso y, sobre todo, tan impostado y presuntuoso (Pablo Iglesias y los de Podemos confiesan haber llegado ‘fundidos’ al verano).

Como subraya Francesco Manetto en ‘El País‘ este 9 de agosto de 2015, el eurodiputado de la coleta se enfrenta al desgaste de Podemos en las encuestas en el momento más decisivo de la cuenta atrás para las elecciones catalanas del 27-S y las generales previstas para el 13 de diciembre.

Podemos ha vuelto, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado esta semana, a un porcentaje de estimación de voto muy parecido al de hace un año: 15,7% (El PP consolida su liderato recuperando casi tres puntos mientras Ciudadanos y Podemos se llevan un batacazo).

La diferencia más notable es la tendencia, ya que entonces el partido subía y ahora se encuentra en una fase de ligero y constante descenso.

Esta circunstancia choca con las aspiraciones iniciales de los estrategas del partido, que buscaban ocupar el espacio político del PSOE y que ahora ven como la opinión pública española, lentamente y a pesar de los esfuerzos que hacen por evitarlo multitud de periodistas y cadenas de televisión, les coloca paulatinamente en la extrema izquierda (‘Operación Paella’: El podemita Íñigo Errejón y el embajador chavista de Venezuela conchabean).

A Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Cia se les multiplican los frentes y, como hablaron mucho, descalificaron a granel y se han hartado de subir vídeos a Youtube, se les complica explicar bastantes cosas («Que haya 500 presos de ETA lejos de casa es trágico»).

Entre ellas: el rescate a Grecia y la bajada de pantalones de Tsipras, el desastre de la Venezuela chavista, sus pactos con el PSOE, sus divergencias con Izquierda Unida, sus veleidades proetarras… ([VÍDEO] «El papelito aquel del 78» )

La dirección blindó su plan -concurrir en solitario a las generales, con la excepción de alianzas puntuales en Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y Baleares- con un referéndum interno, pero tanto Alberto Garzón, candidato de IU, como sectores de Podemos confían en que Iglesias e Íñigo Errejón cambien de idea.

Y lo más probable es que en el otoño, cuando salga el proximo sondeo del CIS, asistamos a una convergencia en plan ‘frente popular’.

Cataluña y las elecciones del 27 de septiembre serán el primer banco de prueba. Si ‘Catalunya sí que es Pot‘, integrada por Podemos, ICV y Esquerra Unida tiene éxito, Garzón e Iglesias irán de la mano a las generales (El plan ‘secreto’ de Pablo Iglesias para frenar el pinchazo de Podemos).

Podemos ha rechazado desde sus inicios definir el mapa político en función de las categorías de izquierda y derecha. Ese discurso, aceptado inicialmente incluso por los cargos procedentes de Izquierda Anticapitalista, empieza a tambalearse.

Los votantes, según el CIS, ubican a Podemos en la izquierda ideológica al igual que IU, y lo asocian al PSOE como primera preferencia para una alianza de Gobierno.

Es decir, identifican ese proyecto político como una hipotética muleta de los socialistas.

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