El sainete catalán acaba con un nuevo abrazo de David Fernández, el chófer de Arnaldo Otegui, con el hombre que encarna la corrupción y los recortes en Cataluña
Artur Mas y las CUP se han inmolado por mantener vivo el ‘procès’. Un furibundo separatista como Carles Puigdemont, alcalde de Gerona, será investido president de la Generalitat. El ‘procés’ vuelve a ponerse en marcha. Mas nos engañó una vez más: la Presidencia de la Generalitat sí era una subasta de pescado. —“La presidencia no es una subasta de pescado”—
La puesta en escena, (la escenografía siempre ha sido esencial en los sainetes de Mas), nos lo mostró como un héroe sacrificado por la causa al que los catalanes siempre estarán agradecidos por su generosidad.
Lágrimas y gritos de ‘independencia, independencia’ como música de fondo para hacer más creíble la mamarrachada. Detrás del decorado se esconde decir que el Parlamento catalán va a convertirse en el teatro donde se representará la ruptura de Cataluña del resto de España.
Aquí unas personas, como Artur Mas, a las que les gustaba corregir lo que salía en las elecciones pic.twitter.com/gqvAfJR987
— Froilán I de España (@FroilLannister) January 9, 2016
Dicen que lo hacen para demostrar que el proceso separatista no se terminaba con Mas pero la verdad es menos romántica: a la burguesía del 3 por ciento y los antisistemas batasunos lo que les une no es el amor por Cataluña sino el espanto ante la incertidumbre de unas elecciones que les hubieran castigado sin piedad por el esperpento de los últimos meses.
Para la CUP la retirada de Mas ha sido una victoria pírrica. Dos diputados antisistemas se sumarán al grupo parlamentario de JxSí, lo que demuestra que los bravucones chicos de la sandalia eran unos mercenarios dispuestos a vender a su madre con tal de no perder moqueta.
«Los catalanes son muy catalanes y mucho catalanes». (Artur Mas)
— Kim Jong-un (@norcoreano) January 9, 2016
Como si no fuera ya todo demasiado esperpéntico, el anuncio lo hizo Mas haciendo el papel de portavoz de los cuperos: «Lo que las urnas no nos dieron hubo que corregirlo con la negociación».
Dicho de otra manera: lo que no nos dan las urnas lo resolvemos con transfuguismo y a la voluntad de los ciudadanos que la parta un rayo.
El sainete catalán acaba con un nuevo abrazo de David Fernández, el chófer de Arnaldo Otegui, con el hombre que encarna la corrupción y los recortes en Cataluña. ¡Tot per Catalunya!
La bajada de pantalones de los cuperos deja retratada a la tropa que venía a regenerarnos. El mercadeo al que se han entregado impunemente a espaldas de sus propias bases y militantes es un aviso a navegantes de lo que son capaces de hacer con tal de acabar con la democracia burguesa que tanto odian.
#L6Nnoupresident esto es lo que les toca ahora a los catalanes. Pobres. pic.twitter.com/nNsQQ22m3J
— Inés M Villegas (@inesita_mv) January 9, 2016
Y a ver como Pedro Sánchez encaja el contubernio de los cuperos y los convergentes con su estrategia política basada en esa cursilería que dijo en Portugal de que los «vientos de cambio han llegado para quedarse».
La reactivación del ‘procès’ tira por la borda sus ansias de pactar con Podemos y le obliga a volver a sentarse a negociar con Rajoy.
Como le ha recordado la popular Andrea Levy, Sánchez podría aprender «de la experiencia catalana, que cuando se hacen experimentos acaba saliendo muy caro para el futuro del país y para el propio partido».
Sánchez debe elegir entre pactar con los que quieren cargarse la Constitución –esos a los que llama frívolamente ‘progresistas’ y donde hay hasta ex etarras– o salvarla a través de una gran coalición. Los nacionalistas catalanes le han dejado la pelota en su tejado.