Sus padres están muy preocupados: solo es feliz cuando le llevan al hemicirco
El niño Pablo está muy enfadado porque le han birlado dos piruletas, una en la mesa del Congreso y otra en la mesa del Senado. Patalea, lloriquea en las escalinatas de los leones y amenaza con nuevas elecciones si no le cumplen sus caprichos.
Menudo berrinche se cogió en la COPE con Rivera. «Yo no pacto corruptos», decía casi sin poder respirar de la rabieta que tenía. Es un niño que ha sido muy malcriado por los sátrapas iraníes y venezolanos.
Cuando las Reinas Magas persas de la cabalgata del cambio le trajeron cinco millones de euros de regalo se montó un partido político para «desestabilizar España» según la UDEF.
Su tío Hugo, un carismático venezolano por el que sentía auténtica devoción, le regaló cuatro millones de euros para que se lo gastase en La Tuerka, que es como un Lego pero para leninistas.
¡Hay que ver lo antojadizo que es este niño!
Un día dice que jamás jugará con la pandilla del búnker y al otro que Podemos tiene «la mano tendida» al PSOE. A los abuelos de la plaza de su barrio les prometió jubilación a los 60 años y lo corrieron a bastonazos.
El mocoso se las trae: cuando se aburre pinta y deshace líneas rojas según le venga en gana. Es un niño violento. A un policia le confesó que se emociona cuando ve que a los antidisturbios les patean la cabeza en las manifestaciones.
Y en la plaza otros niños se quejan de lo orgulloso y prepotente que se pone cuando dice que él no ha venido a repartirse sillones.
A veces algún niño se harta de sus berrinches y le planta cara: «Pablito, tu numerito está muy bien, pero el que quería sillones y cuatro portavoces y grupos parlamentarios eras tú».
El niño de Podemos se ríe para ocultar su enfado pero alza el puño para recordarles que él ha jurado venganza. Sus padres están muy preocupados: solo es feliz cuando le llevan al hemicirco.