El votante socialista catalán mira estupefacto cómo Sánchez guarda en el armario la bandera española que utilizó en las autonómicas del 27-S
El socialista Pedro Sánchez se ha pasado por Cantabria para tomarse unas anchoas servidas con una tapa de populismo con Miguel Angel Revilla, el amigo de Cintora. «Los amigos de Zapatero son mis amigos» piensa Sánchez desesperado por recolectar apoyos y abstenciones que le hagan presidente en una segunda votación.
Sánchez ha sacado a pasear un argumentario diferente al que utilizó en campaña electoral para justificar su puenting con los separatistas.
Recuerda que él no pactará con Rajoy porque es el «favorito de los independentistas a la Moncloa» debido a su «inmovilismo» de los últimos cuatro años. «Es el Red Bull de los independentistas porque les da alas», afirmó con su habitual estilo desabrido y sin gracia. Para reírselas ya lo tenía a su lado a Revilla. —El PSOE es el único partido que pierde votos si se repiten las elecciones generales—
¿Es tan peligroso Sánchez como Zapatero?, se pregunta Jesús Cacho como si no supiera la respuesta. Es evidente que el líder socialista ha retomado la hoja de ruta de su mentor político situándo al PSOE como el aliado ideal de los nacionalismos extremistas y en el interlocutor político de los proetarras.
Así como Zapatero se atrevió a impugnar el régimen constitucional del 78, pactando con la ERC de Perpignan y abriendo la caja de Pandora con el Estatut de Pasquall Maragall, Sánchez tacha de «fábrica de nacionalistas» a Rajoy para lanzar una OPA sobre Podemos y desactivar su tranversal ‘derecho a decidir’.
Por cierto, las mareas se agitan en Podemos. Ada Colau y Mónica Oltra han lanzado serias advertencias a Pablos Iglesias si no les consigue los grupos parlamementarios que les prometió para ir juntos al 20-D.
Ada Colau ha dejado claro que era una de las condiciones esenciales para fraguar la alianza. Y Mónica Oltra hizo lo propio con un artículo en El País. —¿Legalidad o atropello democrático? Una propuesta para Pedro Sánchez—
EL ENGAÑO AL VOTANTE DEL PSOE
El votante socialista catalán mira estupefacto cómo Sánchez guarda en el armario la bandera española que utilizó en las autonómicas del 27-S para amarrarlo. El ‘go-go’ Miquel Iceta calla y otorga cómplice del engaño.
¿Y Cataluña? Carles Puigdemont no quiere espantar a Sánchez al menos al principio de su mandato. Ha aparecido en TV3 con cara de no haber roto un plato en su vida.
No cometerá el error de la Forcadell de proclamar la República catalana desde el minuto uno porque como bien explica Dolores García en La Vanguardia la ‘desconexión’ con España «será de momento una separación virtual porque tirar del cable significaría quedarse sin corriente eléctrica».
A los barones socialistas se les ha quedado cara de idiotas con las cesiones de Sánchez a los que se pitorrean de España. Su líder ha borrado la línea roja del referéndum catalán delante de sus narices. —«Mi voto al PSOE resulta incompatible con el préstamo de cuatro senadores a nacionalistas»—
«¿Con qué cara vamos a negociar con Podemos si nosotros pactamos con socialistas?», lamentantan por lo bajini. «Ya tenemos a los payasos en el circo, sólo falta la cabra», dice un barón por los pasillos del Congreso antes de salir corriendo como quien huye de los paparazzi.
Y en el PSOE lo saben: la cabra Pedro Sánchez tira al monte.
