Al diario oficial del régimen pujolista le preocupa que Artur Mas lleva mal su abstinencia de poder. Este 17 de enero de 2016 publicaba unas melnacólicas fotos en la que el ex president quitaba el timón de su despacho. Era su forma de rendir homenaje al ‘patrón’ del barco en su despedida.
Este 18 de enero 2016 va más allá y explica cómo el poder actúa en el cerebro y modifica la bioquímica del líder, «que se ve fuerte y sale a comerse el mundo; y no quiere dejar de hacerlo». —Cómo dejar el poder—
El diario de Godó ha consultado a varios expertos en neuropolítica para pedirle consejo sobre cómo ayudar a que Mas no le estallen las hormonas por el ‘mono’ de poder.
«La clave está en que el poder cambia a las personas, modifica su bioquímica y sus estructuras cerebrales de manera que quieren más. La primera hormona que cambia es la testosterona, que aumenta en situaciones de poder y cambia la personalidad de hombres y mujeres, les vuelve dominantes. A la larga eso se estabiliza, pero las personas muy competitivas tienen elevados niveles de esta hormona».
«Un político que abandona el poder suele sufrir el síndrome del teléfono apagado, no deja de mirarlo a ver si funciona porque no llegan llamadas, no entran watsaps y esto ocurre de forma drástica»
«Mas tiene mucho trabajo por delante con la renovación del partido y mantendrá la autoridad porque tratará de forma continuada con los alcaldes, con los altos cargos y repartirá poder. Será quien prepare la próxima ejecutiva y luego habrá que hacer listas electorales, alianzas; será un poder que quizás la gente no lo perciba tanto, pero los partidos deciden mucho»
El problema de Mas para La Vanguardia no es el entramado de comisiones encubiertas del 3% a Convergència a través de la Fundación CatDem por parte de las empresas adjudicatarias de la Generalitat que se mantuvo vivo durante su mandato.
Ni sus líos con la justicia por haber impulsado y patrocinado la consulta ilegal del 9-N. Es la ausencia de poder. Solo se ha ido hace unos días y ya le echan de menos.
