Si tiene ya un acuerdo con Podemos que lo diga y acabe de una vez con los juegos de trileros
Cuentan que el ataque de cuernos que se pilló Pablo Iglesias al ver cómo Pedro Sánchez se reunía primero con Mónica Oltra y Joan Baldoví (Compromís) fue de aurora boreal.
Se le pasó al conocer los datos de la encuesta del CIS en la que Podemos se comería al PSOE, una encuesta caduca pero muestra que unas nuevas elecciones no ayudarían a la gobernabilidad.
A Podemos ese dato le importa una higa: el CIS le viene como anillo al dedo para chantajear a Sánchez. O pacta con él y deja de acurrucarse con C’s o vamos a nuevas elecciones.
Si Sánchez tuviera sentido de Estado no perdería el tiempo chalaneando con una franquicia iraní-venezolana cuyo programa de gobierno se resume en desestabilizar a España.
Y mucho menos después de las humillaciones y los insultos que le han dedicado los podemitas. Habrá que ver si Sánchez está dispuesto a asumir las exigencias que le pondrá Iglesias sobre la mesa de negociaciones. Para empezar, una vicepresidencia y cinco ministerios, más el CNI y RTVE.
Y habrá que ver a qué juega el líder socialista cortejando a Ciudadanos y al mismo tiempo deplorando cualquier acercamiento al PP. Sánchez parece no darse por aludido de que solo tiene dos opciones para ser presidente: o pacta un gran acuerdo con los partidos constitucionalistas o se echa en brazos de la extrema izquierda.
«Sólo hay dos opciones: el gobierno de la gran coalición con Ciudadanos y PP o el gobierno del cambio con Podemos e Izquierda Unida», han repetido una y otra vez al PSOE los podemitas, que tiene muy claro a lo que juegan.
No sólo eso: da la preocupante sensación de estar levitando desde que el Rey le propuso como candidato a la investidura al exigirle a Rajoy que le consulte cualquier medida en torno a la amenaza separatista en Cataluña.
Como dice un veterano socialista en conversación con PD: «Sánchez tiene sólo una obsesión y es la de ver al PP pudriéndose en la oposición». Si tiene ya un acuerdo con Podemos que lo diga y acabe de una vez con los juegos de trileros.
Rivera le ha dejado claro que con Podemos no hay posibilidad de acuerdo: «El señor Sánchez sabe lo que pienso sobre eso y sabe que Ciudadanos no va a ser compatible, no con Pablo Iglesias ni Podemos, sino con la ruptura de España o con la salida del marco económico y social que nos ha dado prosperidad y libertades en los últimos cincuenta años».
El error del complaciente Rivera es querer seguir autorretratándose como mediador en la ‘guerra fría’ entre el PP y el PSOE. No se trata sólo de tender la mano como dice el arriolista José Manuel Villegas sino de dar un puñetazo en la mesa y dejar que Sánchez maneje los tiempos y actúe como si ya fuera presidente.