AUTOR DE 'LOS ESPÍAS DE SUÁREZ' (ESPASA)

Ernesto Villar: «No hay mimbres para una Segunda Transición porque los de antes eran hombres de Estado y los de ahora no lo son»

Una historia inédita de la Transición a través de los informes secretos de los espías 'rojos' del Gobierno

Ernesto Villar: "No hay mimbres para una Segunda Transición porque los de antes eran hombres de Estado y los de ahora no lo son"
Portada de 'Los espías de Suárez' y Ernesto Villar. Espasa

Lo más interesante es que ante la muerte de Franco, los espías no le lloran

¿Qué papel cumplieron los servicios secretos en la Transición? Fueron los que salieron del búnker mucho antes que lo hicieron otros», afirma Ernesto Villar, autor de ‘Los espías de Suárez’ (Espasa, 2015) una historia inédita de la Transición a través de los informes secretos de los espías rojos del Gobierno.

«¿Qué se cruzó en sus mentes para pasar de defender una dictadura a trabajar por la democracia? Aceptaron, sin más, que el franquismo sin Franco era una utopía . Quizás por eso había quien decía que la cúpula de la agencia creada por Carrero Blanco se había llenado de rojos. Lo importante no es lo hicieron sino lo que no hicieron: torpedear la Transición».

El servicio de inteligencia, como la mayor parte de las autoridades del país, se fue adaptando a las circunstancias. El Servicio Central de Documentación ( SECED) fue la principal agencia de inteligencia española de la época, creada en 1972 por el entonces vicepresidente, Luis Carrero Blanco, sobre la base de una agencia anterior, la Organización Contrasubversiva Nacional (OCN).

El SECED dejará de existir en julio de 1977 , cuando pasará a llamarse Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) y más tarde Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Cuatro nombres, por tanto, para una misma agencia. Temida por unos, respetada por otros, desconocida, en el fondo, por la mayoría.

El director del SECED, Andrés Cassinello, se lo contó al periodista Villar en una de las conversaciones más reveladoras del libro. Su relato pone los pelos de punta, tan alejado del argumentario revanchista de los niñatos de Podemos:

«El primero que tenía un drama interno era yo. Los comunistas eran los asesinos de mi padre, pero una cosa eran mis sentimientos personales y otra lo que me dictara la razón . Había una lucha interna indudable . Recuerdo muchos ratos de soledad mirando a la ventana mientras rumiaba qué debía hacer. A mi padre le asesinaron en la zona republicana en mayo de 1938 ; mi abuelo murió al día siguiente de salir de la cárcel en julio de 1938 , a mi tío Andrés, que había sido diputado de la CEDA, lo mataron en 1936 . Yo para ir a un colegio tuve que ir con un nombre supuesto, en Almería, y cuando me quise examinar en el instituto me pidieron el aval político de mi padre, al que acababan de asesinar . Pero mi compañero de toda la vida de banca era hijo de un asesinado por Franco, fusilado por sus tropas cuando entraron en Almería. A mí esa amistad me dio una visión distinta de España . A eso se añade la visión del régimen desde dentro: teóricamente era el Movimiento la fuerza política que informaba al régimen, pero ni los ministros ni los gobernadores civiles eran todos de camisa azul . Ministros falangistas habría tres … Además, cada militar tenía luego su propia ideología . La visión que se ofrecía desde dentro del régimen era mentira, se sostenía por el respaldo de la Guerra Civil, pero no por otra cosa».

LOS BOLETINES DE SITUACIÓN

Andrés Cassinello, espía de Adolfo Suárez, fue el líder del grupo político que entró en el SECED para tomarle el pulso a la sociedad postfranquista. Cassinello, junto a Juan Peñaranda, Emilio Atienza y José Faura, son los redactores de lo que han venido en llamar Boletines de Situación, unos confidenciales de circulación restringida en los que los espías del Gobierno volcaban toda la información que le transmitían sus fuentes.

A ellos ha tenido acceso Villar y son lo que dan sustancia a este libro revelador: una visión de las alcantarillas del poder que refleja lo que se tejió en España en aquellos años.

Durante su actividad, el SECED elaboró 216 Boletines de Situación. En este libro se recogen desde el 105 (21 – 27 de noviembre de 1974), coincidiendo con el último año del franquismo, hasta el 216, el último que se escribió, justo el día en el que España acudía a las urnas. Dos años y medio en los que el país puso fin a la dictadura y levantó los cimientos de un nuevo régimen.

El juego de confidenciales, hasta ahora sin catalogar, procede de una donación que el general Armando Marchante Gil, primer responsable del Sector Religioso del SECED, hizo a la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) . De los 104 primeros ejemplares no hay, por el momento, rastro alguno . Ninguno de sus redactores con los que ha hablado Ernesto Villar asegura poseer un juego de estos confidenciales.

¿Había ‘rojos’ en el SECED? Villar, uno de los periodistas que participó en la fundación de La Razón con Luis María Anson, ha realizado una misma pregunta a todos los responsables del SECED entrevistados: «Frecuentemente nos preguntaban si en el SECED teníamos rojos dentro. Les respondíamos que los mismos que en el resto del Ejército», responde Juan Peñaranda .

«En el Servicio había gente muy ultra, pero no sacaban la cabeza porque si no se les trasladaba – añade Faura . [ … ] La gente que entraba nueva en el SECED era como si le hubieran lavado el cerebro, no parecían militares, íbamos de paisano y teníamos un mote por el que nos llamaban».

Era importante el punto de partida, la mentalidad con la que se entraba en «la Casa», pero también el saber adaptarse a las circunstancias . «Yo nunca había sido muy político ni muy franquista, pero le dije a [José Ignacio] San Martín que cómo es posible que en Guinea la gente fuera con taparrabos y tuviera una Constitución y aquí nosotros estuviéramos con los principios del Movimiento».

NO ES VERDAD QUE TODO ESTUVIERA ATADO Y BIEN ATADO

«Ha sido un período de intensas emociones … «, han dejado escrito los agentes del SECED. De intensas emociones y mucho trabajo, entre otras cosas porque, mientras ponen en marcha la Operación Lucero, pergeñan la redacción de ese Boletín de Situación, el número 147, que será histórico. Son en total veintisiete páginas, de las cuales diez están dedicadas a las reacciones políticas al fin del dictador.

«Lo más interesante es que con la muerte de Franco, los espías no le lloran. Muestran respeto pero no hay elogios desmedidos. Eran conscientes de que comenzaba otro tiempo político», señala Villar a Periodista Digital.

En ellas se habla de lo que ha ocurrido y de lo que queda por hacer, empezando por el reconocimiento de que persisten dos problemas graves: el del Sahara y el terrorismo [ … ] . «Había miedo, no era verdad eso que decía Franco de que todo estaba atado y bien atado . No había nada organizado y el Ejército era capaz de echar a la calle al Gobierno. Alguna vez tuvimos que sacar los jeeps para unas maniobras y la gente, al vernos, pensaba que era un golpe de Estado», aporta José Faura.

UNA OBSESIÓN PARA LOS ESPÍAS: SANTIAGO CARRILLO

El PCE y Santiago Carrillo fueron una obsesión . Si hacemos un recuento de las menciones a organizaciones clandestinas, comprobamos que el PCE está citado en la sección política en 107 de los 112 boletines, frente a las 98 del PSOE , aunque también parecían tener su espía de cabecera el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), con 68 citas, el Partido del Trabajo de España (PTE) y su rama juvenil, la Joven Guardia Roja (JGR) , con 67.

La Guerra Civil estaba todavía muy fresca en la memoria de la España de la Transición. «Carrillo no cruzó una línea roja, cruzó una auténtica autopista cediendo lo que no estaba escrito para que Suárez legalizara al PCE. Ni los del PSOE estaban dispuestos a pasar por la ventanilla como lo hizo Carrillo. ‘Somos un partido centenario’, decían con arrogancia.

Sobre la relación entre Suárez y González, Alfonso Guerra escribió en 2004 :

«Para Suárez, Felipe González representaba el componente que a él le faltaba para la culminación personal, interior, de su proyecto: la recuperación democrática. Para González, Adolfo Suárez poseía lo que él quería alcanzar, el poder para cambiar la España gris en un país moderno, alegre y democrático. El enamoramiento mutuo fue inmediato y a mi parecer duró siempre, sobrevive todavía [ … ]. Se despidieron alborozados por haber descubierto que eran hombres de la misma generación que se entendían en un lenguaje común. Los dos estaban felices y esperanzados acerca de la marcha que tomarían los acontecimientos en la transición política».

Pero, con flechazo o sin él, aún queda mucho por hablar con la oposición, y es aquí donde los agentes de inteligencia entran en acción. Tras la segunda reunión con González, el presidente encarga a Cassinello que se reúna con los líderes socialistas para tratar los asuntos con mayor profundidad. Dicho y hecho.

El 23 de octubre, en la habitación 404 del Hotel Meliá Princesa de Madrid, el director del SECED y el agente Faura se reúnen con Felipe González y Alfonso Guerra.

La entrevista duró tres horas, fue de extremada cordialidad y sirvió para tranquilizar a los agentes del servicio de documentación, que salieron reconfortados cuando Felipe les aclaró que no defendía ningún tipo de régimen autoritario, se negaba a que el concepto de España fuese patrimonio de la derecha y daba a entender que, aunque republicanos, aceptaban la Corona como mal menor. Se quería un Partido Socialista fuerte que se convirtiera en el rival del Partido Comunista . O mejor aún, un Partido Socialista que devorara al Partido Comunista.

LA LEGALIZACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA

«Señoras y señores, hace unos momentos, fuentes autorizadas del Ministerio de Gobernación han confirmado que el Partido Comunista … [ pausa], perdón … el Partido Comunista de España ha quedado legalizado, e inscrito en el … [cinco segundos de silencio con respiración entrecortada].

Repetimos la noticia, eh : hace unos momentos fuentes autorizadas … [silencio y sintonía] . Repetimos, pues : el Partido Comunista de España ha sido legalizado por el Gobierno español. La resolución ocupa ocho páginas e indica que la legalización del Partido Comunista se ha adoptado una vez oído el fiscal del Reino y la Junta de Fiscales. Pedimos perdón a nuestros oyentes».

El 9 de abril de 1977, Sábado Santo, la voz entrecortada del locutor de RNE Alejo García interrumpía con este sobresalto el descanso de los españoles. Sus jadeos y respiración atropellada se debían a que había subido a la carrera las escaleras que separan la redacción de informativos del estudio para transmitir cuanto antes tan importante anuncio, algo que un periodista radiofónico nunca debe hacer si no quiere que el esfuerzo le pase factura.

Pero en el imaginario colectivo quedó para siempre que la relevancia de la noticia había paralizado incluso al locutor encargado de darla a conocer . Y que contenía la respiración al igual lo hacían todos y cada uno de los españoles.

El anuncio marcó un nuevo rumbo en la Transición, provocó una protesta sin precedentes en las Fuerzas Armadas, alentó entre los más pesimistas el eco de un ruido de sables, otorgó un prestigio inesperado al presidente del Gobierno y sirvió para templar al PCE y sus dirigentes. Fue, sin duda, uno de los hitos que ayudaron a consolidar la democracia.

«Hay una frase que me dijo Cassinello que es reveladora: «la legalización del PCE fue un asunto más sentimental que racional», afirma Villar. A diferencia del PSOE, Carrillo es un fantasma que persigue a muchos españoles que vivieron la guerra civil. Por eso los espías de Suárez hicieron su propia viaje, su propia evolución.

¿Hay mimbres en la actualidad para una Segunda Transición? «Si comparamos a los cuatro de hoy -Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera- con los cuatro de la Transición -Carrillo, Fraga, Suárez y González- estos últimos eran verdaderos hombres de Estado, con un talante negociador que no tienen los de ahora. Aquellos consiguieron cuadrar un puzzle muy difícil», sentencia Villar.

Entrevista de Luis Balcarce

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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