Pocos conocen el curioso dato del podemita que ostenta doble nacionalidad, la argentina y la española, pero ahí está en forma de carta pública que lanzó como quien no quiere la cosa en el año 2013: una confesión en toda regla que sorprende al más pintado y que da cuenta de su viraje político.
Y es que Pablo Echenique, el flamante secretario de Organización tras quedar relegado a ‘primer espada’ del partido morado en Aragón, esaba afiliado a Ciudadanos y defendía a capa y espada la intervención de EEUU en la polémica Guerra de Irak en 2003:
«Me parecía apropiado que EEUU invadiese Irak, pensaba que la «libertad» estaba por encima de todo, y creía en todos esos eslóganes que los asesores capitalistas le susurraban a ZP en el oído».
Lo cuenta en la citada misiva este político y científico nacido en Rosario (Argentina), quien justifica su inmersión en el partido de Albert Rivera de esta guisa:
«Y sin embargo, hace unos días, un amigo me recordó que yo no sólo voté a Ciudadanos, sino que estuve afiliado a ése partido hace unos años, y me propuso escribir un post acerca de ‘no en qué se equivoca alguien, sino en qué te equivocabas tú’. Mi amigo me conoce hace mucho y sabe que yo antes era neoliberal (en mi etapa de Ciudadanos ya me estaba moderando)».
ZAPATERO
Las referencias contra el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, ahora defendido en ciertos términos por algunos nombres de Podemos en contraposición a otros socialistas como Felipe González, Susana Díaz o el propio Pedro Sánchez, también eran una constante en el ideario de Echenique:
«Incluso los políticos más idealistas, como nuestro ahora añorado Bambi ZP, tienden a sucumbir a los deseos de los señores de la chistera por un motivo bastante simple […] ZP, aunque fumaba perejil y creía en el amor, no tenía a Ada Colau asesorándole, tenía a Pedro Solbes».
En el mismo escrito, Echenique reconoce lo que le cuesta verse reflejado en esas ideas que defendía:
«Me cuesta trabajo imaginarme a mí mismo pensando eso, pero es un hecho. Lo pensaba». Algo que le llevaba a preguntarse lo siguiente en los meses previos al nacimiento de Podemos: «De más compleja digestión que los hechos son las explicaciones: ¿Cómo puede ser que pensase eso?».
Echenique sigue dándole vueltas a cómo pudo pasarle algo así:
«Pues bien, lo primero que he de decir es que no es nada sencillo estar seguro de los motivos de un cambio radical en un cerebro humano. Es algo que ocurre poco a poco, pero también a saltos, y la mente nos suele mantener bastante a oscuras respecto de lo que está pasando entre bambalinas. Por ejemplo, yo hace unos años era muy raro con la comida, «no me gustaba» casi nada, y, en un mes o dos, pasé de ese estado (que me había acompañado 27 años de mi vida) a comer absolutamente de todo.
«Teniendo en cuenta que la susceptibilidad a cosas supuestamente «asquerosas» ha sido relacionada con el conservadurismo político, quizás hay algún motivo estructural y casi biológico por el que ambos cambios se produjeron en mí sobre la misma época. Pero también creo que hay motivos más racionales y más descriptibles».
Encuentra más culpables, y recuerda que
«los medios de comunicación son tan sólo el instrumento de propaganda de la élite, y cualquier joven nacido antes de Internet creció con el mismo mensaje llegándole de todos los ángulos: «los ricos son buenos y trabajadores», «el capitalismo es bienestar, libertad y amor»… «Por ello, creo que no hay que ser muy duro con mi yo pasado, y de hecho con nadie que haya sucumbido a la propaganda. Lo fácil era sucumbir. Lo difícil era ver la realidad detrás de la manipulación.
Así, un joven físico, racional pero que nunca había estudiado (ni se había preocupado por) la historia o la economía, que, cuando leía, leía física o ciencia ficción, era la carne de cañón óptima para comerse el guiso ideológico de la chistera. Y se lo comió bien calentito. Luego llegó Internet, algunos amigos más cultivados, y el joven fue aprendiendo cosas que no sabía. Aún sigue aprendiendo, por supuesto, y aunque ahora come de todo, la propaganda la vomita. Cuando le preguntan que por qué cambió de opinión, contesta: ‘Es que he leído’.
En cualquier caso, ya le vale. Si vas en silla de ruedas y ves cómo les regalan a los señores de la chistera el presupuesto de 36 años de la ley de dependencia (algunos menos antes de los últimos recortes) mientras planean que las mujeres sigan haciendo gratis o por una miseria el trabajo que han hecho «toda la vida», se te debería pudrir la mano si votas a según que partidos, y se te debería salir el cerebro por las orejas si te crees la propaganda».