No se ha ido por tener sociedades 'offshore' sino por haberse encontrado una cabeza de caballo entre las sábanas colocada por los suyos
Puede que José Manuel Soria haya sido el primer ministro en dimitir por pardillo. Él no admite que haya mentido, sino que que no se acordaba. «He metido la pata», le dijo a Rajoy. El canario ha resultado ser un político torpe, atolondrado y con poco cuajo.
No se ha ido por tener sociedades ‘offshore’ sino por haberse encontrado una cabeza de caballo entre las sábanas colocada por los suyos. Soria afirma que «de la inmensa mayoría del Gobierno, empezando por el presidente, solo he recibido aliento y apoyo», pero algunos de sus excompañeros de gabinete ni le han llamado.
¿Y los Pujol? Bien, gracias. ¿Y los siete millones de euros de Podemos provenientes de Venezuela? Todo normal. Cristóbal Montoro ha ajustado cuentas con Soria por el tarifazo eléctrico –«nadie que haya operado en paraísos fiscales puede estar en el Gobierno»– pero ha dejado ir de rositas a Monedero, que trincó 425.000 euros del Banco de Alba. ¿Alguien le ha pedido explicaciones a Pedro Almodóvar? No lo parece a tenor de esta crónica del diario de Escolar.
Lo sabe bien Rafael Isea, ex presidente del banco y ex ministro de Finanzas de Hugo Chávez, hoy testigo protegido de la DEA que está cantando como el pajarito de Maduro. No estaría mal que la vara de las explicaciones con la que midieron a Soria sea la misma con la que miden a Podemos, formación de la que no ha dimitido nadie por sus dineros de Irán y Venezuela.
«La democracia es el sistema político en el cual, cuando alguien llama a la puerta de calle a la seis de la mañana, se sabe que es el lechero», dijo Churchill fumándose un puro. Ahora cuando llaman a la puerta te puedes encontrar con 15 policías que te vienen a arrestrar sin orden judicial como le pasó al alcalde de Granada.
Aquí el problema no es tener cuentas en paraísos fiscales. Marta Ferrusola viajaba a Andorra para traerse sus dineros a España, escoltada por los Mossos. «La vi dos, tres o cuatro veces. De vez en cuando se presentaba y me decía, oye, dame un millón de pesetas», declaró el gestor de sus cuentas Josep Maria Pallerola.
La examante de Jordi Pujol Ferrusola admitió que éste sacó 400.000 euros de Andorra en una mochila en billetes de 500 euros. «Tengo un miedo de narices», confesó al juez sabiendo que la Justicia no estaba por la labor de protegerla a ella sino a los Pujol. Oleguer Pujol sacó dinero de su familia en Andorra para la compra de 1.152 oficinas del Santander y 3 edificios de PRISA. Y ahí siguen. Raro que José María Lassalle no les haya dedicado ningún elogio aún.
