El demoledor auto del juez Álvaro Martín dictando el procesamiento de los expresidentes de la Junta andaluza Manuel Chaves y José Antonio Griñán, seis exconsejeros y otros 18 ex altos cargos por la trama de prejubilaciones fraudulentas por 855 millones de euros durante una década, es un golpe letal al régimen socialista andaluz.
Diseñado para la ocupación de cada espacio público de la sociedad andaluza a golpe de talonario, subvención y mamandurrias, el PSOE ha ido tejiendo desde los años ‘80 una espesa telaraña funcionarial que penetra toda la Administración pública de Andalucía con complicidad de los medios de comunicación y la cobardía congénita de la oposición.
El caso de los EREs es la culminación de un sistema clientelista basado en la utilización sectaria y partidista nada menos que de los fondos destinados a los parados de la comunidad autónoma con más desempleo de Europa.
Fondos solidarios que se convirtieron en ‘fondo de reptiles’ como lo bautizó Javier Guerrero, ex director general de Trabajo y Seguridad Social de la Junta de Andalucía durante nueve años, el hombre invisible de la trama fraudulenta con la que se otorgaban indiscriminadamente prejubilaciones con el fin de evitar revueltas sociales en plena crisis.
Guerrero tenía tanto poder que le soltó a su chófer Juan Francisco Trujillo en un solo día 1,3 millones de euros en subvenciones públicas. Trujillo contó que su señorito se gastaba el dinero de los andaluces en «cocaína, fiestas y drogas». Guerrero era uno de los «cuatro golfos» a los que Manuel Chaves quiso cargar el muerto de los EREs.
Sin nada que perder, el que fuera amo y señor del cortijo de la partida 31.L tiró de la manta en una entrevista en ABC: «Susana Díaz ha usado los ERE para un ajuste de cuentas en el PSOE-A. Ella y Griñán sabían cómo funcionaba el fondo de reptiles».
La prueba de que Griñán lo sabía la aportó ABC cuando destapó en marzo de 2012 que el ex presidente de la Junta de Andalucía firmó de su puño y letra una modificación de los presupuestos andaluces de 2008 destinada a incrementar la partida 31L -que figuraba como «Administración de las relaciones laborales»-, con el objeto de financiar el plan Bahía Competitiva.
Griñán firmó la resolución el 16 de diciembre de 2008, cuando era vicepresidente segundo de la Junta de Andalucía y consejero de Economía y Hacienda. Fue aprobada seis días después en el Consejo de Gobierno, presidido entonces por Manuel Chaves.
¿Conocía el gran sultán socialista la trama corrupta de los EREs, ocultada a los interventores de la Junta gracias a un secretísimo convenio firmado en 2001 entre el diputado nacional del PSOE, José Antonio Viera, y Antonio Fernández del Instituto de Fomento Andaluz para que el dinero esquivase las fiscalizaciones propias de las subvenciones excepcionales?
La Guardia Civil ha constatado que el ex presidente andaluz Manuel Chaves conocía el fraude desde al menos 2004, cuando un grupo de mineros de Huelva denunció ante él por escrito que su Gobierno estaba pagando prejubilaciones a personas que no cumplían los requisitos para ello porque «no habían visto la mina ni por dentro ni por fuera». La tesis de los ‘cuatro golfos’ ha quedado desmontada.
En vez de abrir una investigación, la Junta de Andalucía encubrió el escándalo prejubilando a los propios denunciantes y comprar su silencio. El juez entiende que no lo solo los capos del PSOE lo sabían sino que «quien decidió proseguir con la praxis instaurada lo hizo asumiendo todas sus consecuencias, es decir, asumiendo que fondos públicos eran puestos en manos de persona no autorizada para disponer de ellos, que esta persona los repartía con total discrecionalidad».
Y encima viene Pedro Sánchez y hace el ridículo de su vida al desmarcarse de los dos expresidentes de la Junta de Andalucía con el argumento de que él es «un político limpio» «¿Que quiere decir, que Chaves y Griñán no son limpios?», se preguntan echando las muelas en el PSOE ante la última novatada de su líder.
En Ciudadanos, Juan Marín, palmero de Susana Díaz, no ha tardado en colgarse la medalla: «Hace un año se nos acusó de chantajistas cuando planteábamos que para poder apoyar un gobierno de investidura de Susana Díaz y del PSOE en Andalucía, exigíamos la dimisión de Chaves y Griñán». Marín podría denunciar la manipulación de Canal Sur con la misma vehemencia con la que los naranjas entraron en Telemadrid.
El PP no pierde oportunidad de recordarle a Marín sus genuflexiones con la sultana y cómo tuvo que corregirle Rivera para que Díaz comparezca en la comisión de investigación por el fraude de los cursos de formación, algo que a Marín se oponía.
En Podemos se frotan las manos porque son quienes más partido le sacarán a este escándalo. Y más cuando han conseguido que las televisiones vuelvan a hacerle la campaña.