Su aportación parlamentaria ha sido el postureo, los malos modos en la Cámara y la más banal retórica
Un votante de Podemos muy arrepentido. Ese es Alberto Corazón, cuya historia sale este 8 de junio de 2016 en El País. Él es pintor, escritor y miembro de la Real Academia de Bellas Artes y en su tribuna cuenta cómo se arrepiente de haber apoyado a la formación que encabeza Pablo Iglesias–Arrepentidos ¡a las urnas!–:
Tomé la decisión, que ahora lamento, de votar a Podemos creyendo en su mensaje de regeneración, transparencia y decencia.
El artista acusa a Iglesias de haber «ofrecido un balón de oxígeno a Rajoy»:
Pablo Iglesias ha conseguido lo contrario: que se reaviven las tendencias caciquiles de los barones socialistas; su aportación parlamentaria ha sido el postureo, los malos modos en la Cámara y la más banal retórica.
Estos son sus motivos para renegar ahora de los podemitas:
Ni en nuestras peores pesadillas muchos de los indignados ciudadanos del 15-M que ocupamos las plazas de las ciudades habríamos podido soñar con este escenario inicuo. Las críticas y reticencias iniciales a aquellas espontáneas movilizaciones del 15-M en todo el país eran por su carácter asambleario popular.
Pablo Iglesias lo ha resuelto de un plumazo. Aquella espontaneidad ha sido sustituida por un férreo presidencialismo. Y la denuncia del poder, la «vieja casta» política, ocultaba que su propósito era el de crear una «nueva casta» controlada por su liderazgo.
[…]
El 15-M que capitalizó Podemos fue un impulso fresco, renovador, popular, que se manifestó en las elecciones municipales y autonómicas. Pero en lugar de entenderlo como el inicio de un camino compartido, Pablo Iglesias lo interpretó como una proyección personalista.
Y añade:
Ahora que las cosas ya están más claras y que parece que se ha aceptado la «realidad virtual», con su parafernalia tecnológica, los ciudadanos de izquierda -honrados, sin traumas ni rencores, educados en la buena conversación como modo de convivencia y no permanentemente vociferantes y malhumorados-, todos los que cometimos el imperdonable error de este voto emocional, deberíamos unirnos para ofrecer a Pablo Iglesias la presidencia virtual de un Gobierno, y a sus ideólogos (liquidados los críticos), todos los ministerios virtuales que deseen.
Quizá así, en estos momentos, nos libraremos del principal obstáculo para este país que aspira a ser una sociedad decente, abierta y libre.