Sánchez pensó que podía camuflarse con el paisaje revolucionario y guerracivilista de Podemos
«Hay que salvar al soldado Pedro Sánchez», suplica Carlos Herrera desde los micrófonos de la COPE. ¿Y por qué? ¿Por haber llevado al PSOE a ponerse de rodillas ante Podemos? ¿Por que se desploman en las encuestas devorados por los hijos del zapaterismo? Por la caridad entra la peste, dice el refrán castellano. Lo mejor que puede pasarle al PSOE es que se hunda con su capitán a bordo, el mismo que les ha llevado a estrellarse contra el iceberg podemita.
«Estamos deseando hablar con Podemos», decía el portavoz del PSOE, Antonio Hernando durante el debate de investidura. En lugar de echar tierra de por medio, quisieron ir de coleguis de Pablo, un leninista contumaz que cada vez que entra al Ritz sale hecho un socialdemócrata. —Los cinco errores capitales de Pedro Sánchez–
Sánchez pensó que las tesis de Íñigo Errejón podían fructificar dentro de Podemos pero cuando Iglesias se olió la conspiración de su ´número dos’ sacó su guillotina. –La precampaña se pone agresiva y Pedro Sánchez, cursi: «Mi madre me dijo que Iglesias no quería pactar conmigo»–
«Con dirigentes como Errejón, el PSOE podría entenderse con Podemos», piensa Sánchez sin darse cuenta de que con ese planteamiento abre la compuerta de su partido para que muchos votantes -sobre todo los jóvenes- huyan en estampida a Podemos.
Lo que no ha entendido Sánchez es que el éxito de Podemos reside –como apuntó José Ignacio Torreblanca en El País– en su carácter camaleónico: «Podemos no es un camaleón al uso: mientras que los camaleones corrientes se mimetizan con el cromatismo del lugar donde reposan, Podemos posee la excepcional propiedad de mimetizarse con el observador». —Pablo Anguita versus Íñigo Iglesias—
Sánchez pensó que podía camuflarse con el paisaje revolucionario y guerracivilista de Podemos concediéndole ayuntamientos y autonomías a cambio de que le dejan dormir en La Moncloa. Ignoraba la auténtica naturaleza de los podemitas, que como las CUP o Colau, son una bestia sin bozal. Sus métodos son el escrache, la okupación y la kale borroka y su referente un terrorista como Otegi.
Y el soldado Sánchez al que quiere salvar Herrera, en lugar de marcar distancia con la violencia que pretende imponer Iglesias se pone pin de la equidistancia moral en la solapa.
¿Que Otegi visita Bruselas? El PSOE se pone de perfil. Es más, Eduardo Madina pidió su liberación y Zapatero le llamó hombre de paz.
¿Que los partidos independentistas hacen frente común contra el Constitucional? El socialista Miquel Iceta se hace un selfie con ellos sumándose a la marcha y otra de gambas.
¿Que Maduro chantajea a Leopoldo López ofreciéndole la libertad a cambio de que se tumbe el proceso revocatorio? Zapatero se ofrece como recadero del chavismo para hacerle llegar el mensaje al preso político al que Alberto Garzón considera un golpista.
¿Que Pablo Iglesias llama al PSOE ‘socialdemocracia vieja y rancia en el Ritz? No pasa nada. Sánchez le confiesa a Ana Rosa que a él le encantaría pactar con Ciudadanos y Podemos.
¿Por qué entonces hay que salvar a un político mediocre que no ha hecho mñas que guiños a la batasunización de la izquierda impulsada por Podemos?
Este país necesita un PSOE fuerte, no un PSOE en modo pánico. Por eso lo mejor que le puede pasar al PSOE es que el hundimiento de Sánchez dé lugar al surgimiento de una izquierda sin complejos que plante cara a los matones comunistas que han asaltado las instituciones jurando venganza en lugar pedir perdón por haber nacido socialdemócratas.