Más información
El PSOE se ha quedado tocado y casi hundido. Después del trágico sábado que dio lugar a la dimisión de Sánchez, algo que se estudiará en los anales de la historia española más contemporánea, al Partido Socialista no le quedan más argumentos de unidad que «la costura» de una agrupación divida y necesitada de un relato político urgente.
Como escribe Carmen Obregón en ‘El Economista‘ este 4 de octubre de 2016, decidir qué hacer con Rajoy es hoy la principal tarea: tienen dos semanas para armar la abstención.
A días de que una parte del Comité Ejecutivo del PSOE presentara su dimisión en bloque y asestará al primer golpe al entonces secretario general, Pedro Sánchez, el PSOE estaba en 76 escaños. Casi 11 menos que el 26J.
Así lo recogía este lunes el diario ABC, dejando atrás la tardía encuesta del CIS, y los sondeos que el Ferraz de Luena decía manejar, y que por cierto tanto se distanciaban de los cálculos demoscópicos del sector crítico, que hablaba de una horquilla de 50-60 escaños.
La influencia del 25S
Tras este largo bloqueo político e institucional, el 25S se había convertido para políticos y analistas en una fecha catártica, determinante para cambiar el rumbo del país. Especialmente si unos malos resultados del PSOE en Galicia y País Vasco podían achacarse a Sánchez y por ende al fracaso continuado de un dirigente al frente de un partido con alternativa de Gobierno. La instantánea, así se vaticinaba, podría haber aflojado el inamovible ‘no’ a Rajoy por una abstención.
Pero Sánchez no solo se mantuvo en su ‘no’. Además de ignorar el resultado de sus candidatos en estas dos comunidades, contraatacó a sus adversarios, principalmente a los de su propio partido, con la convocatoria de un comité federal del que saldría fijada la fecha de unas primarias para octubre y de un Congreso para diciembre.
El movimiento de Sánchez precipitó la actuación del bloque crítico, enfadado por la falta de asunción de responsabilidades de su secretario, por «la falta de transparencia» en sus negociaciones con los nacionalistas catalanes y también por su obstinado ‘no’ a Rajoy, lo que -al menos eso piensan este sector contrario a Sánchez- predisponía al PSOE a un escenario sin retorno, y posiblemente de consecuencias irreparables con un Pablo Iglesias de jefe de la oposición.
Las pocas cartas del PSOE
El PSOE llega ahora exhausto, con una profunda crisis económica en sus arcas, vendiendo inmuebles para financiar sus deudas, pero sobre todo con pocas fuerzas y con escaso margen de movimiento, después de cuatro fracasos consecutivos. Para más inri, en el caso de otras elecciones no tiene ni siquiera candidato, aunque García-Page se obstine en la capacidad del PSOE para encontrar en poco días al mejor.
Y para más fatiga, el reloj ya está en la cuenta atrás para decidir entre otros comicios y una abstención al líder y candidato del Partido Popular, al que ayer dos sondeos le daban la mayoría absoluta con la suma de los votos de Ciudadanos.
Los populares han optado por el silencio. Y aunque dejan ver el carácter positivo que tendría que el PSOE diera un apoyo general a los Presupuestos Generales del Estado ?Génova aceptaría la inclusión de puntos de tinte social para agradar a los socialistas-, la clave estaría en el texto recientemente acordado con Rivera, y que en cierta medida ya contó con el visto bueno del PSOE tras el 20D.
Así mismo, Rajoy podría renovar la oferta de brindar asistencia a los socialistas en aquellas plazas en las que Podemos les deje compuestos y sin novia, algo que dan por hecho algunos dirigentes con mando en plaza, aunque sea difícil que prospere una moción de censura para conseguirlo.
A priori, las circunstancias parecen precipitar al Partido Socialista, hoy en manos de una gestora y de un nuevo Comité Federal, a cambiar el mensaje. Ciudadanos cree que el espectáculo vivido el sábado no puede ser por una simple lucha de poder. Que ha de haber un trasfondo, que en su opinión pasa por el desbloqueo institucional, y dar luz verde a la formación del Gobierno.
Sin embargo, el ‘no’ a Rajoy sigue en el argumentario socialista.
«Es pronto todavía», piensan populares y socialistas. De hecho son muy pocos los dirigentes que se atreven a decirlo abiertamente (entre los que lo admiten están Javier Fernández, José María Barreda, Guillermo Fernández Vara, Josep Borrell, Felipe González), aunque es cierto que cada vez son más los que admiten que ese asunto está en la mesa y hay que debatirlo sin partir de premisas prefijadas de antemano.
Por si acaso, unos cuantos miembros del Partido Socialista Catalán ya han adelantado que decida lo que decida la comisión gestora, y después el Comité Electoral, ellos podrán optar por saltarse la disciplina de voto y seguir abonándose al ‘no’. Lo que parece claro es que la fractura del PSOE no se restañará en poco tiempo.
Sánchez no se va
Ayer, a última horas de la tarde, el PSOE introducía un nuevo matiz: abstención técnica o abstención programática; es decir, una abstención en bloque o una abstención condicionada, con exigencias.
Eso sí, de momento la consigna socialista será «mantener la prudencia, enfriar los ánimos, hablar con los barones», cuenta una fuente socialista. Y ese tiempo, más o menos en 15 días, construir el relato de la abstención. Entre tanto, Pedro Sánchez ha vuelto a asomar la cabeza y desde Twitter ha anunciado su intención de conservar el escaño y de seguir trabajando por la militancia. Nada parece escrito.