¿Le ha picado a Albert Rivera el mosquito del ‘virus Garzón’?

La reacción de Albert Rivera tras la patochada del presumido Pablo Iglesias: "¡vaya gilipollas!"

Alberto Garzón capitalizó un singular efecto desde que fuera elegido candidato a la Presidencia en representación de IU a principios de 2015 (Rivera echa en cara a Rajoy el «agujero negro» en la recaudación del Impuesto a Sociedades).

Su aparente simpatía, que oculta a un personaje sectario donde los haya, no tardó en conquistar a los ciudadanos españoles y su exposición en las redes, donde presentó a sus gatos y su singular convivencia junto a su novia y hermano, arrancó la sonrisa a miles de usuarios (Cospedal llama ‘sinvergüenza’ a Iglesias minutos después de que Rivera lo tildará de ‘capullo’ y ‘gilipollas’).

Como explica ‘El Economista’ este 29 de octubre de 2016, los meses previos a la primera convocatoria de elecciones, el 20 de diciembre de 2015, los sondeos revelaban que la simpatía hacia el candidato más joven subía como la espuma, aunque sin traducción en intención de votos.

Garzón, al que se pasaban por alto sus tuits a favor de proetarras tipo Otegi, su apoyo a los verdugos venezolanos y sus guerracivilismo suave, aparecía en todos los estudios demoscópicos como el político mejor valorado por los ciudadanos (La reacción de Albert Rivera tras la patochada del presumido Pablo Iglesias: «¡vaya gilipollas!»).

Su campaña electoral, muy radicada en redes sociales a la búsqueda de los votantes más jóvenes, trataba de seducir con sus fotos de gatos y una imagen entrañable y con la que cualquier mileurista o estudiante pudiera sentirse fácilmente identificado.

Su inspirador vídeo de presentación de su candidatura explotó la imagen más atractiva de Garzón y levantó grandes dosis de buenas sensaciones. Sin embargo, toda esperanza se rompió el 20D, cuando IU, barrida por el auge de Podemos, logró dos escaños, que condenaba a sus diputados al Grupo Mixto. Y era el candidato que más gustaba a los españoles.

La absorción de IU por Podemos en la siguiente convocatoria electoral, la del 26 de junio de 2016, eliminó la imagen de Garzón, por lo que los sondeos dejaron de reflejar su valoración como candidato.

Sin embargo, ese ‘efecto Garzón’ consistente en generar una simpatía general y la mejor valoración entre los políticos para posteriormente no obtener éxito proporcional en las urnas tiene un nuevo relevo. Albert Rivera, tocayo del líder del Izquierda Unida y su vecino en el mismo edificio de Madrid, emerge contagiado por el mismo mal.

En los últimos meses, en los que el presidente de Ciudadanos ha sido el único político que ha tratado de mediar con todas las partes posibles y protagonizar negociaciones en busca de acuerdos para la investidura (finalmente fue Rajoy quien se llevó el gato al agua), su imagen de líder dialogante y pragmático, además de poseedor de cierto carisma ha ganado enteros en la valoración de los ciudadanos… pero no así en las urnas.

En la nueva convocatoria electoral, Ciudadanos perdió ocho diputados. Eso sí, a lo largo de los meses de verano y el inicio del otoño las encuestas le han aupado como el político mejor valorado por los españoles. Para más inri, el 21% de sus votantes se hubiera abstenido en el caso de que unas terceras elecciones hubieran sido convocadas, según un sondeo publicado por Simple Lógica a finales de septiembre.

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