Íñigo Errejón hizo su reaparición como candidato de Podemos a batir a Cifuentes y asaltar los cielos velazqueños de Madrid. Subió al escenario con el piolet en la cabeza. Se llevaba la mano al corazón abrumado por el afecto que le brindaban los mismos que aplaudieron su defenestración en Vistalegre II.
Errejón es como Theon Greyjoy, ‘El Hediondo’ de Juego de Tronos, que acepta en silencio las humillaciones de su amo Ramsay Bolton incapaz de rebelarse. ‘Madrid se levanta’ –es su lema de campaña– pero el errejonismo se hunde. Roma no paga traidores, Podemos sí.
Relegado a la segunda fila del Hemiciclo, sustituido en la portavocía por Irene Montero y purgado de la tertulia «Hora 25», de la Cadena SER, el ‘pequeño Trotsky’ vaga en Podemos como un alma en pena. —Errejón se raja en la guerra podemita y solo le falta pedir perdón al todopoderoso líder—
«Vamos a ganarle el derbi a Cifuentes», y vamos a ganar las instituciones en este país». Además, advirtió Errejón, que en esta plaza «no decimos cosas en balde». No te lo crees ni tú.
El numerito organizado en la Plaza del Museo Reina Sofía de Madrid, aprovechando la celebración del 2 de mayo, para hacernos creer que Íñigo y Pablo son de nuevo amigos ha sido de una desvergüenza que solo un militante con las tragaderas venezolanas de Podemos puede tolerar.
Sostres diría que Errejón manda menos que la ‘chacha’ en Podemos. Tener que ver a Ramon Espinar, el brazo ejecutor de las purgas de los errejonistas en Madrid, abrazado al empoderado Errejón da una muestra de lo que en ese partido se entiende por lealtad.
Tambien se tuvo que escuchar con estoicismo al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, agradecerle a Errejón: «Gracias por disipar las dudas de los que siguen hablando de división en Podemos».
«Tu inteligencia, los que representas, tu capacidad para seducir a los que faltan, serán fundamentales para echar al PP en 2019», dijo en referencia a las elecciones municipales en Madrid.
Nunca tuvimos a Errejón por un líder valiente. Cuando se cepillaron a su mano derecha, Sergio Pascual, como secretario de Organización, dijimos en PD:
«La actitud cobarde de Íñigo Errejón en su regreso a la primera línea política de Podemos no ha sido la que se espera de un líder revolucionario de estos que venían a devolverle el poder a la gente. Este miura de la nueva política nos ha salido muy cobardón».
La fábrica de amor ha desactivado al núcleo irradiador errejonista, convertido en una filial más del pablismo tras la boda roja de Vistalegre II.