La 'sultana' socialista saca los dientes y contraataca en las primarias

Susana Díaz: «Es la tercera vez que Pedro Sánchez está contento por ser segundo»

Patxi López pide unidad en sus filas tras el intento de absorción de Sánchez

Susana Díaz: "Es la tercera vez que Pedro Sánchez está contento por ser segundo"
PSOE: Patxi López, Susana Diaz y Pedro Sánchez. PS

El PSOE ahonda en su descalabro: Díaz ha acaparado unos miles más de avales en un escenario de movilización histórica para las primarias de un partido que, ocurra lo que ocurra, quedará destrozado

EL PSOE sigue inmerso en tal magma de convulsión interna que ahora mismo, siete meses después de que Pedro Sánchez fuese forzado a abandonar la secretaría general, aún es imposible establecer un criterio mínimamente riguroso sobre su futuro.

Todo es incierto. A lo sumo, el único diagnóstico seguro es que sea quien sea elegido secretario general, un partido con 138 años de historia se habrá roto en dos mitades difícilmente reconciliables, porque defienden ideas antagónicas sobre lo que debe ser el PSOE de aquí en adelante.

Por eso, el recuento oficial de avales, largo y tedioso para ahuyentar cualquier fantasma de extraño pucherazo, se convirtió ayer en el menor de los problemas para los socialistas si nos atenemos al grado de cainismo instalado en el partido.

Pedro Sánchez despreció a Patxi López con una improvisada oferta para que se sumara a su candidatura y violentar así a sus avalistas en busca de votos con los que amedrentar más a Susana Díaz.

Ésta, a su vez, endureció su discurso contra Sánchez hasta un punto inédito al mofarse de su afición por quedar siempre segundo, sea cual sea el proceso de liderazgo por el que compita.

La guerra se libra ya con armamento de calibre grueso porque el empate técnico entre Díaz y Sánchez es una evidencia. El PSOE está desguazado y, al contrario de lo que ocurría en etapas anteriores en las que los perdedores se ponían al servicio del ganador, ahora todo apunta a un cisma irremisible.

La convivencia entre sanchistas y susanistas no tiene visos de poder reforzar al PSOE en el futuro. Más bien, tiene visos de terminar de hundirlo, a imitación de lo ocurrido con el socialismo francés.

Las lecciones están para ser aprendidas, no para obviarlas y terminar cometiendo el inmenso error de reforzar gratuitamente al populismo de extrema izquierda liquidando la socialdemocracia.

Probablemente, el principal problema de los muchos que tiene el PSOE sea su incapacidad para definir un modelo de partido unitario y homologable al socialismo tradicional.

Sánchez se ha convertido en un populista de gestos podemitas para dar prioridad a su obsesión: expulsar a la derecha del poder alcanzando acuerdos con los separatistas. Susana Díaz representa una mayor moderación, una idea constitucional de España alejada del independentismo, y un concepto institucional del poder más allá de sus muchos errores de gestión en Andalucía.

Pero no es dudosa. Sánchez, en cambio, solo parece fiable para Pablo Iglesias, y sus maniobras para provocar el abandono de Patxi López revelan también sus dudas objetivas sobre un eventual triunfo.

Aunque haya sorprendido su capacidad de reunir avales, el dato cierto es que Díaz ha acaparado unos miles más en un escenario de movilización histórica para las primarias de un partido que, ocurra lo que ocurra, acabará destrozado.

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