El clero más ultramontano sigue apoyando a los golpistas en Cataluña. Como cuenta Oriol Trillas en El Mundo, «ahí siguen las esteladas en las torres de los campanarios; ahí siguen los lazos amarillos y las pancartas de democracia en parroquias tan emblemáticas de Barcelona como la misma Sagrada Familia o la iglesia de Sant Andreu del Palomar». Su traición defendiendo el diálogo entre iguales es una de las páginas más oscuras de la Iglesia católica en la andanada separatista.
Un interesante artículo de Gerald Warner en el @CatholicHerald (lo he traducido al español) sobre la Iglesia Católica y el separatismo catalán: https://t.co/TvfHQnrCi3
— Elentir ?? (@elentirvigo) 10 de noviembre de 2017
@Confepiscopal . ¿Esto es normal? Soy católico practicante. No voy a marcar la X este año. No financiaré una iglesia que se pone de lado. Ante el separatismo y ante homenajes a herejes. A ver si eso si duele a sus Ilustrísimas pic.twitter.com/OsP1iJZFdE
— #SinoBatirnos #Adviento (@AjesusGomez) 18 de noviembre de 2017
Y todo en contra de lo que dicta El Vaticano. El Papa prohibía la mediación de Omella. Pero esa no fue la única negativa vaticana: al lehendakari Urkullu, del mismo palo vaticanista que Junqueras, se le ocurrió la figura mediadora del arzobispo de Bolonia, Mateo Zuppi, que había estado presente en la entrega de las armas de ETA. El prelado italiano también solicitó la venia papal y obtuvo la misma rotunda negativa. Adiós a las pretensiones de mediación eclesial.
Con ello, el Papa Francisco no sólo quería evitar conflictos diplomáticos, sino que reafirmaba su particular desagrado con respecto al proceso secesionista catalán. En su día dijo que había que tomarlo «con pinzas» y hacía poco que había efectuado un especial llamamiento a «no fragmentar Europa». La realidad es que al Papa le enerva especialmente el carácter marcadamente insolidario del proceso catalán: ese afán de región rica que no quiere compartir con las pobres. Una óptica absolutamente alejada del pensamiento bergogliano.
La bendición clerical de los políticos encarcelados. La más inmisericorde fatwa respecto a quienes no comulgan con las mismas ideas. Sí. Una parte del clero bendice el procés y es parte activa del mismo. No son los curas más jóvenes ni los más renovadores. No son los curas que tienen las iglesias llenas, sino las que las tienen vacías y en declive. Resultará que, al final, al procés sólo le quedarán los curas.