Convertido en una suerte de mal metafísico, Francisco Franco parece excluido de todo análisis según los criterios conocidos excepto para apenas un puñado de historiadores e intelectuales que ha tenido la honradez de tratar su figura de modo distinto, haya desembocado cada uno de ellos en la conclusión en la que haya desembocado. Naturalmente, ese manojo de resistentes ha recibido una enorme cantidad de metralla; insuficiente, sin embargo, para sepultarlos.
Entre quienes se mantienen en pie en medio de las ruinas intelectuales y morales de la vida española se cuenta el autor de ‘Eternamente Franco’ (Homo Legens), Pedro Fernández Barbadillo, aunque barrunto que a su pesar. Y digo que a su pesar, porque el debate sobre Franco hace mucho que se ha convertido en un asunto ideológico, ajeno a todo verdadero interés histórico, algo que seguramente jamás hubiera deseado.
A la vista de los prejuicios de nuestra época, la figura de Franco necesitará de un tiempo para ocupar el sitio que le corresponde en la historia. El libro ‘Eternamente Franco’, de Fernández Barbadillo, que ahora se publica – pese a la pertenencia del autor a esa generación narcotizada -, viene a contestar a ese reto en términos de una claridad, una amenidad y una contundencia pocas veces vista.
Un libro extraordinariamente certero sobre un hombre al que sus enemigos, mucho más que sus admiradores, llevan camino de perpetuar, por los siglos de los siglos, en la memoria de todos los españoles. (Del Prólogo de Fernando Paz)