Los independentistas catalanes no pueden ir solos por el mundo. En cuanto se les deja, montan el pollo y además, como no se les dé la razón en todo, son como aquel protagonista del juego del Scatergoris, que si no se le admite pulpo como animal de compañía se enfadan y se largan.
Pues algo así sucedió en la noche del 27 de junio de 2018 en Washington con el fanático Quim Torra y su banda mamporrera del lazo amarillo.
El presidente catalán asistía a la recepción oficial de inauguración del festival cultural Smithsonian Folklife, en el que participa como invitada Cataluña, y a la que asistían Torra y el embajador de España en la capital de Estados Unidos, Pedro Morenés.
El mandatario separatista fue el primero en hablar y en soltar toda la carga separatista que llevaba preparada en su discurso:
Los catalanes hemos sufrido una implacable persecución política, lingüística y cultural durante los últimos siglos. Ahora luchamos contra un estado de emergencia y las injusticias sufridas por gente como el presidente Puigdemont, forzado al exilio, y todos los otros presos políticos. Estos lazos amarillos que llevamos son por ellos. El derecho a la autodeterminación es esencial para el pueblo de Cataluña. Nunca debemos dejar de defender la libertad, porque la libertad de una nación es la libertad de todas las demás nacionales.
Por su parte, Pedro Morenés salió para contrarrestar el discurso falso y sectario del presidente catalán:
Permítanme rectificar con hechos y cifras la propaganda que ha sido diseminada hoy aquí por el president de la Generalitat. No hay presos políticos en España y no lo digo sólo yo sino informes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Lo que hay son políticos que a pesar de todas las advertencias y sus propios servicios legales decidieron contravenir el Estatut y la Constitución española y violar la ley. Hay políticos en prisión, porque han roto la ley.
Y añadía:
Honorable presidente, recordará que la mayoría de los catalanes no votaron partidos secesionistas. Respete la regla de la mayoría y gobierne por todos, hay catalanes que no quieren la independencia. Yo llevo un lazo en el corazón por los cientos de miles de catalanes que viven con miedo, aprisionados en su propia comunidad y que se identifican como catalanes y españoles.
En ese momento Torra y su delegación se levantaron de la mesa al grito de «libertad presos políticos» y exigiendo la dimisión del embajador de España en Washington. Lo dicho, o hay que darles la razón como a los locos o acaban dándole una patada al tablero.