El año 2018 dejó un mal sabor de boca en Ciudadanos. La irrupción de VOX con doce escaños en el Parlamento andaluz ha obligado a Albert Rivera a crecer a costa del PSOE y acercándose a los barones críticos del PSOE.
Agobiado por sus complejos centristas, Rivera ahora marca distancias con Abascal para tranquilizar a los suyos pero enfureciendo a quienes le prestaron su apoyo en desencanto con el PP.
El Mundo, portavoz oficial de Cs y medio muy crítico con VOX con los naranjitos Jorge Bustos, Arcadi Espada y Cayetana Álvarez de Toledo como cuerpo de lanceros, explica en un editorial este 1 de enero 2019 en detalle su nueva estrategia: quiere abandonar su papel de partido bisagra para agarrarse definitivamente al de partido de Gobierno.
«Si ahora une fuerzas con el PP, de cara a las municipales y autonómicas su objetivo es pactar también con los líderes críticos socialistas. Una maniobra que no solo le permitiría explotar su imagen centrista y de partido al servicio de la estabilidad, sino desequilibrar al PSOE, potenciando sus contradicciones internas».
«Es vox populi el malestar de barones como García-Page -con quien Rivera mantiene buena relación-. En su discurso de fin de año volvía a abogar por la defensa de España: el enésimo mensaje a Sánchez. Cada vez son menos las voces socialistas que permanecen calladas ante el peligro que entraña asociarse con quienes, como Torra, se les llena la boca con el diálogo pero llaman a la sublevación».
La Cadena SER contaba también que además Rivera tiene abierto el ‘frente europeo’. «Sus socios liberales en ALDE, la alianza donde el español se ha presentado como el líder en la lucha contra los nacionalismos y los populismos de izquierda y de derecha en Europa, observan con preocupación los acontecimientos que se viven en Andalucía ante los apoyos solicitados a Vox por parte de Ciudadanos». —Ciudadanos trata de contener la hemorragia abierta tras negociar con Vox en Andalucía—
Del mismo modo los naranjas también quieren mostrarse como «el partido que lo ha intentado todo», según comentaba a esta redacción un alto dirigente, antes de recibir el apoyo de Vox. «Nosotros no podemos decirles que no nos voten [en el pleno de investidura ante un eventual Gobierno de PP y Cs]. Si ellos [Vox] nos quiere apoyar no lo rechazaremos», sentenciaba este cargo del partido.
Los ataques a Rivera no cesan, incluso desde medios condescendientes como el ABC de Bieto Rubido. La columna demoledora de Juan Manuel de Prada del 21 de diciembre de 2018 en la que iguala a Ciudadanos con Macron, «el gran perro caniche del globalismo que logró confundir con su ideología vaporosa a los franceses, llevándolos al redil que interesa a la plutocracia» era sintomática.
El empeño del gabacho Valls por demonizar a la «ultraderecha» que propone detener las avalanchas de inmigrantes favorecidas por las mafias de Soros resulta, en verdad, hilarante, si consideramos que Valls quiso expulsar de Francia a los gitanos, sin recatarse de que el racismo le asomara por debajo del mandil. —La izquierda caniche—
Hace un par de semanas, el boletín plutocrático Financial Times elegía, con irreprochable coherencia, «Hombre del año» al especulador financiero George Soros, dedicado en cuerpo y alma a destruir las sociedades europeas financiando las avalanchas migratorias, la legalización de las drogas y las políticas de género. De inmediato, Luis Garicano -flamante candidato de Ciudadanos al pudridero bruselense- publicaba en sus redes sociales un mensaje lacayuno, en el que felicitaba a Soros «por su incansable trabajo por la libertad y las sociedades abiertas», a la vez que vituperaba a sus detractores. Quien se engaña con los naranjitos es porque quiere.
También su antiguo padrino, Federico Jiménez Losantos, le ha retirado su apoyo a Rivera tras sus coqueteos andaluces con el PSOE. En una columna en LD, —El voxtipado de Albert Rivera, Losantos sostiene que la megalomanía de Rivera se está devorando al líder:
Pero, en realidad, creo que estamos ante algo peor: el proyecto exclusivamente personal de Rivera para llegar a la Moncloa a costa de Ciudadanos. Por la misma razón que, tras su triunfo en Cataluña, hizo eclipsarse a Arrimadas, que es la que realmente hizo la campaña andaluza pero a la que ahora nadie pide opinión y a la que sólo el regolpismo del catanazi Torra ha resucitado.
De lo que parece no darse cuenta -hilando y deshilando encuestas- Albert Rivera, es que además de mostrar su peor cara, la del oportunismo, cada ataque o desprecio a Vox, que lo es también a sus votantes, refuerza al partido de Abascal como la única fuerza fiable -con el PP de Casado pero sin la hipoteca del rajoyismo- para combatir el gran problema de España, que sigue siendo el del separatismo. Ni la violencia mal llamada de género, ni la memoria antihistórica, ni la caza, ni los toros: la cuestión nacional, radicalmente inseparable de la supervivencia del régimen constitucional.