La primera en la frente y se la dio Alfonso Guerra (Alfonso Guerra carga contra el relator del Gobierno Sánchez y asegura que valdría con una ‘grabadora’).
La segunda en el pecho y ha sido Felipe González (A la calle que ya es hora de gritar contra la felonía de Pedro Sánchez).
El veterano expresidente del Gobierno ha querido entrar en el debate de la figura de un relator para intermediar en el diálogo para la crisis catalana.
Y lo ha hecho para criticarla con claridad.
«No necesitamos un relator», ha subrayado el expresidente en un vídeo distribuido por su fundación en el que comenta la actualidad política.
De esta forma, González se suma a las voces de viejos socialistas que consideran que lo de Sánchez es sólo ambición y mala cabeza (La claudicación de Sánchez ante los golpistas provoca pavor electoral entre los socialistas y activa al ‘viejo PSOE’).
El histórico dirigente del PSOE expresa su deseo de que los «constitucionalistas», empezando por el Gobierno, «acoten con claridad el perímetro del diálogo» con los independentistas, lo que considera esencial para avanzar.
En este sentido, no se muestra optimista porque cree que se está entrando en un «terreno de confusión».
En su opinión, la figura del relator supone degradar las instituciones que deberían canalizar el diálogo entre las formaciones políticas, tanto el Parlament como el Congreso en Madrid.
El exsecretario general del PSOE se ha preguntado «para qué» se necesita una mesa de partidos «en la que no participan los que no quieren -y tienen razón- decidida por un Ejecutivo (el de Quim Torra) que no permite funcionar al Parlamento si existe el Parlamento».
«¿Para qué necesitamos un notario que certifique lo que se dice o los convoque cuando en el Parlamento sobran los notarios, asesores jurídicos, gente que toma notas, por qué la Generalitat no hace funcionar al Parlamento, sede natural del encuentro entre partidos y de las posibilidades de diálogo?».
Con la negociación en torno a esta mesa de partidos, el Gobierno de Pedro Sánchez y el Ejecutivo de Torra entran en «un juego muy delicado» en el que interfieren «en la autonomía de los partidos que tienen su representación en el parlamento».
Para González, esta mesa de partidos -sea de ámbito catalán o estatal- es totalmente innecesaria «salvo que se pretenda degradar institucionalmente, lo cual es muy peligroso para el funcionamiento de la democracia, el valor del Parlament» y el del conjunto del Estado en Madrid.