Le salió de lo más hondo, espoleado quizá por la postura de su socio Pablo Iglesias, y quedó retratado para vergüenza de propios y extraños. Al poco, Alberto Garzón reculaba y borraba de un plumazo el tuit de marras donde mostraba su defensa a Nicolás Maduro, con las armas si fuese preciso. La hecatombe en Venezuela saca al chavista que los podemitas llevan dentro: Malos tiempos para la democracia.
En el mismo, hacía toda una declaración de intenciones que rubricaba con un
«Espero y deseo que el ejército se mantenga protegiendo la democracia y la paz». Iglesias condena el «golpe de Estado» contra su amigo Maduro y Sánchez hace oídos sordos.
Tras los palos que se le vinieron encima, ya más apaciaguado, decidió cambiarlo por otro más suave: (El dictador Nicolás Maduro se pronuncia tras la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente: «Acá no se rinde nadie»)
Golpe de Estado en Venezuela. Se ha gestado durante años y tampoco es el primero. Ojalá fracase también este para que se preserve la paz y el diálogo y se rechace la injerencia externa capitaneada por el Gobierno de EEUU https://t.co/1BQqjlj9H4
— Alberto Garzón? (@agarzon) 23 de enero de 2019
Iglesias ya había dejado clara su postura, pidiendo que España no defienda un «golpe de Estado»:
A Trump y a sus aliados no les interesa la democracia y los derechos humanos en Venezuela, les interesa su petróleo. España y Europa deben defender la legalidad internacional, el diálogo y la mediación pacífica, no un golpe de Estado
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 23 de enero de 2019
Su socio parlamentario Pablo Iglesias, por el contrario, tardó más en pronunciarse, y lo hizo reclamando a Pedro Sánchez que España no defienda un «golpe de Estado», como lo definió, en Venezuela.