La diputada del PSOE, Soraya Rodríguez, no repetirá en las listas socialistas de cara a las elecciones generales del 28 de abril de 2019, algo que considera que «no es una sorpresa para nadie» dadas las discrepancias que ha venido manteniendo en los últimos tiempos con la dirección del partido.
Eso le permite escribir una dura columna en El Mundo contra las mentiras de Pedro Sánchez en su libro ‘Manual de resistencia’. Sobre todo, cómo Sánchez intentó amañar el Comité Federal de 2016: «En mi recuerdo quedará para siempre una urna escondida detrás de una cortina, sin censo, sin interventores, sin control de papeletas». —Una cuestión de convicciones—
Su único objetivo era que el Comité Federal fracasara y Pedro Sánchez siguiera en la Secretaría General. Para ello, era necesario que se impidiera cualquier tipo de votación.
Pedro Sánchez se recrea en el capítulo en el que narra lo ocurrido el 1-O. No el de 2017, sino el del 2016. Aquel en el que su propio Comité Federal forzó su dimisión como secretario general socialista al situar a su partido ante el precipicio de unas terceras elecciones.
Sánchez rememora aquel «fatídico 1 de octubre» como un «tumultuoso Comité Federal» en el que, tras una «maniobra» de 17 miembros de su Ejecutiva dimitiendo y forzando un Congreso extraordinario, vivió «deslealtades minuto a minuto».
El secretario general socialista recuerda el «abismo existente entre el Comité Federal y la calle» -había militantes socialistas a las puertas de Ferraz en apoyo de su líder caído- y se arroga una «sociología de cuñado» que le indicó meses después que ganaría las primarias frente a Susana Díaz.
Dice Sánchez:
«Cuando llegó aquel fatídico 1 de octubre la decisión de que yo saliera de la dirección del partido estaba tomada […]l. Todo fue terriblemente duro, traumático. Viví algunas deslealtades minuto a minuto. Fue terrible en lo personal y me permitió saber a quién podía considerar amigo y a quién no», relata. «Al llegar a casa, Begoña me esperaba con lágrimas en los ojos porque no entendía bien lo que había sucedido», cuenta. «Empecé a cobrar conciencia de la capacidad de resistencia que yo podía llegar a tener», añade.
Soraya Rodríguez, diputada por Valladolid, cuenta algo muy diferente:
«Es en esta situación de dramático bloqueo institucional que vivía España cuando se nos convoca a un Comité Federal para convocar un Congreso del partido en 21 días. El Comité Federal del 1 de octubre se celebró con la máxima tensión, retransmitido casi en directo a toda España. Hay tantas versiones como asistentes. En mi recuerdo quedará para siempre una urna escondida detrás de una cortina, sin censo, sin interventores, sin control de papeletas. Cuando se descartó la urna y votamos conforme a los estatutos por votación pública por llamamiento, una mayoría rechazó celebrar un Congreso en 21 días cuando España estaba abierta en canal. El secretario general perdió y dimitió. Una Gestora se hizo cargo de la dirección del partido».
Tras el receso, explica La Razón, Sánchez va detrás de un biombo y vota. Fue el primero en hacerlo. Tras él empiezan a desfilar sus partidarios. Viendo quién se levantaba, muchos delegados pensaron que «los partidarios de Pedro tiran la toalla, se van del Comité», comenta uno de los asistentes. Tardaron unos minutos en darse cuenta de su error.–El fallido pucherazo de Sánchez con unas urnas sin control provocó su caída—
Eva Matarín, la madrileña dimitida de la ejecutiva de Sánchez, lo da a conocer a través de un tuit. Utiliza dos palabras que a la postre fueron claves: fraude y pucherazo. La imagen del pucherazo era una urna camuflada tras un biombo, fuera de foco para que nadie garantizase las mínimas garantías democráticas. Una votación a la fuerza. Un miembro del Comité Federal que abandonó la reunión «asqueado», según sus palabras, lo cataloga de «golpe de mano sin atender las mínimas normas democráticas». Las fotos publicadas en esta página son un ejemplo de la sordidez de la artimaña fabricada por el «comando Luena», al que señalan como culpable todas las fuentes consultadas. Aquí empezó todo. Empezó el final de Pedro Sánchez.
A la vista de lo sucedido en estos últimos meses, parece que alguna razón podríamos tener los que dijimos que no se podía entregar a los partidos independentistas llave alguna de gobernabilidad. Quedó escrito en esa ya casi olvidada resolución del Comité Federal de enero 2016.