ELECCIONES GENERALES EN ESPAÑA

Vértigo en el PSOE tras el pufo de Sánchez en los debates y la resurrección de Iglesias

Vértigo en el PSOE tras el pufo de Sánchez en los debates y la resurrección de Iglesias
Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (PODEMOS). EP

Sólo son sondeos, pero si hacemos caso de la que publica con gran alharaca este 25 de abril de 2019 ‘El Español’, Pedro Sánchez es el principal perjudicado por los debates entre candidatos a presidir el Gobierno, celebrados esta semana en RTVE y Atresmedia (Carlos Herrera hunde a Atresmedia: airea la farsa del debate para favorecer a Pedro Sánchez).

Segñun el online de de Pedrojota Ramírez , un 4,6% de los electores habrían cambiado el partido al que respaldan (Cayetana Álvarez de Toledo hunde a Pedro Sánchez en ‘casa propia’ recordando en RNE sus alianzas con Otegi, Torra e Iglesias ).

Más de medio millón de electores aseguran que han decidido no apoyar al PSOE tras seguir las dos citas televisivas. Y en consonancia con esto Ciudadanos ganó 350.000 apoyos y Podemos 261.000 mientras el PP se quedó más o menos como estaba (Las risotadas de Sánchez y su asesor antes del debate: en sus cabezas parecía mejor pero en la práctica fue un desastre lamentable ).

Esto ultimo es dificil de creer, porque todo indica que el partido de Pablo Casado ha tenido un considerable subidón, pero ya se sabe que la encuesta es para quin la paga y Pedrojota anda entregrado a Rivera.

En cualquier caso y como subraya Miguel Blasco en Esdiario, el día después sabe amargo al PSOE.

Euforia de cara a la galería y en las redes sociales internas para no desmovilizar a sus tropas, pero profunda preocupación por el estado en el que Pedro Sánchez ha quedado tras su paso consecutivo por los debates de TVE y Atresmedia.

En privado, muchos dirigentes de Ferraz respiran aliviados bajo la excusa del «podría haber sido peor», pero otros también reconocen los daños sufridos por el candidato socialista, acorralado en varias ocasiones por Pablo Casado y Albert Rivera.

Dos agujeros negros planean sobre el Comité Electoral que dirigen al alimón Iván Redondo y José Luis Ábalos. El primero, la poca solvencia que Sánchez demostró cuando trató de ejercer de presidente, visiblemente envarado, leyendo constantemente y dando muestras de que no se había estudiado ni su propio programa electoral.

La segunda, el bochorno causado por el bulo que Sánchez enarboló para atacar al gobierno de coalición PP-Cs en Andalucía. Un presunto documento que el candidato vendió como oficial cuando era la petición de un particular al Portal de Transparencia de la Junta.

Por eso, había mucha expectación por la reaparición de Sánchez en el formato que más le gusta, el de los mitines sin réplica ni exposición. En Badajoz, por la mañana. Y, por la tarde, en Gijón, el líder socialista eludió hablar del debate y tiró de manual de mitin.

«Pido enorme movilización para una moción de censura social y acabar con la corrupción, desigualdad y la crispación. Estamos muy cerca de que pase».

Y optó por agitar de nuevo el fantasma de la «ultraderecha».

«La derecha abraza los argumentos de la ultraderecha, en lugar de combatirlos. Vuelven los discursos homófobos, se pone en cuestión la lucha contra la violencia de género, el SMI, las pensiones y las Autonomías».

Pero de sus futuros pactos con el independentismo y con Otegi, ni mú.

«Estamos tocando con la yema de los dedos que el PSOE pueda ser primer fuerza política otra vez después de 11 años. Pero no basta con ganar las elecciones. Tenemos que ganar y gobernar», concluyó entre su parroquia de fieles lejos de los rigores del debate.

De momento, en el PSOE han entrado las dudas. Por la imagen de Sánchez entre los indecisos y por los elogios al papel de Pablo Iglesias en Atresmedia, que ha podido hundir la estrategia del voto útil diseñada por Iván Redondo.

Ferraz toca a rebato. Tal vez por eso, se ha recuperado hasta viejas glorias enfrentadas a Sánchez en la guerra contra Susana Díaz.

Como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, rescatado en Extremadura para movilizar hasta el último voto. Nadie en Ferraz se fía de que el votante del viejo PSOE, como sucedió el 2-D en Andalucía, se quede en casa. O se vaya a Ciudadanos.

Lo advertía así dejando ver sus miedos, en ese mismo mitin asturiano, la número dos del PSOE, Adriana Lastra:

«Un día de abstención, son cuatro años de retroceso. La abstención es una derecha más».

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