La cobardía proverbial de los barones del PSOE ha quedado reflejada en una vez más al ver cómo han tragado como faquires ante las claudicaciones de su jefe de filas al los golpistas catalanes y los recogenueces del PNV.
Uno de esos patriotas ha sido el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, quien dijo que después de la última reunión entre PSOE y ERC para la investidura de Pedro Sánchez, no quería “vaselina” como regalo de Reyes, y que piensa que tampoco lo quiere “ningún español ni ninguna española”.
García-Page, defendió este 31 de diciembre de 2019 en su tradicional mensaje de Nuevo Año la Constitución española como «nuestro seguro de país», que garantiza «los límites, las garantías, los derechos y la libertad» y que «resume a todos, incluso a aquellos que le dan patadas».
Otro patriota, el presidente de Aragón, Javier Lambán, defendió la unidad de la nación española y criticó que se otorguen privilegios a algunas autonomías para apaciguar las tensiones territoriales que puedan generar otras regiones pero ninguno de los dos tiene el cuajo de decírselo a la cara a su líder. Ni hablar del extremeño Guillermo Fernández Vara, en el pasado muy crítico con el independentismo y hasta con el PSC, que no hizo mención alguna al acuerdo con ERC.
Quien no se mordió la lengua fue el ex dirigente del PSE Nicolás Redondo al considerar que el PSC es «un elemento perjudicial para un proyecto de izquierdas y nacional», porque defiende «políticas identitarias» que son «incompatibles con la libertad, la igualdad, la razón y el cosmopolitismo». Siendo así, «¿cómo puede alguien creer que son progresistas?».
Redondo ha mirado a los barones socialistas, para preguntarse si acaso «nadie está profundamente en desacuerdo con lo que dice Iceta», si «todos son capaces de asimilar que Iceta tenga medio colonizado al PSOE» y que, con su apuesta por la «nación de naciones», pueda decir cómo se definen a sí mismos los españoles. «¿O es que tienen a Iceta por una persona insustancial?».
Como dice ABC, en los pasillos de Ferraz solo se escuchan grillos y cabezas asintiendo a la formación de un gobierno diseñado con el único objetivo de desmontar los logros y los consensos del periodo democrático.
