LAS LÍNEAS ROJAS NEGOCIABLES DEL 'GROUCHO MARX' DEL SOCIALISMO ESPAÑOL

El vídeo que desmonta en dos soberbios minutos los ‘sólidos’ principios de Pedro Sánchez

Frase para el mármol: "Ni antes ni después el PSOE va a pactar con el populismo. El populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza, las cartillas de racionamiento y la falta de democracia"

Lo mismo le da Juana que su hermana.

Pedro Sánchez, a las pruebas y a los hechos nos remitimos, ha demostrado ser un político carente de todo tipo de principios.

La extensa hemeroteca que hay en torno al presidente socialcomunista daría para sacar vídeos en bucle que pusieran contra las cuerdas al líder del PSOE y le obligasen, en buena lid, a dejar su poltrona en La Moncloa.

Pero Sánchez, que lleva en su ADN un curioso ‘manual de resistencia’, aguanta carros y carretas con tal de seguir en el machito.

Por eso no es de extrañar, cuando dijo todo campanudo en 2014 y en la intentona de querer ser investido como jefe del Ejecutivo en 2016, con solo 90 parlamentarios, que él no pactaría con el populismo, que poco tiempo después se abrazara a Pablo Iglesias y le diese una buena porción de la tarta ministerial a Unidas Podemos.

Y eso que dijo que pactar con formaciones como la podemita era acercarse a la Venezuela de Hugo Chávez, la de la pobreza, la de las colas en los supermercados y la de las cartillas de racionamiento.

En el año 2014 le decía lo siguiente a Gloria Lomana (Antena 3):

Ni antes ni después el PSOE va a pactar con el populismo. El populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza, las cartillas de racionamiento y la falta de democracia.

De oponerse a los caprichos de Iglesias a tragar con ellos

En 2016, cuando se quiso presentar a la investidura a presidente del Gobierno pese a tener menos de 100 diputados, le decía a Iglesias que él no estaba dispuesto a coger el poder a cualquier precio:

El lunes dijo el señor Iglesias que si no se llegaba a un acuerdo como el que él exigía, yo nunca sería presidente del Gobierno. Le diré una cosa, señor Iglesias. Si para ser presidente del Gobierno tengo que renunciar a mis principios,  si tengo que formar un Gobierno a sabiendas de que no será útil a mi país, entonces usted está en lo cierto, yo no seré presidente ahora.

He renunciado a cosas muy valiosas para mí antes que renunciar a mis convicciones. Y si usted me obliga a elegir entre la Presidencia del Gobierno de España o bien optar por mis convicciones, yo no tengo ninguna duda, elijo mis convicciones, elijo proteger a España.

En julio de 2019, en el último intento de ser investido presidente antes de que hubiese que ir de nuevo a las urnas, Sánchez volvía a hacer gala de sus ‘sólidos’ principios:

Gobernar es encarar la realidad. La izquierda útil es la que gana y sirve a la gente y cambia las cosas. ¿De qué sirve una izquierda que pierde incluso cuando gana? ¿Qué va a hacer, señor Iglesias? ¿Esto es lo que quiere para España solo porque las cosas no han salido como usted trataba de imponerlas? ¿Esa es su amenaza? ¿Va a unir, aunque sea con la abstención su voto a la derecha y a la ultraderecha para impedir nuevamente que haya un Gobierno progresista?

La película ya saben cómo acaba, con el abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias horas después de las elecciones del 10 de noviembre de 2019.

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