Bernardo Montoya trató de hacer desaparecer en vano los restos biológicos fregando la vivienda

Bernardo Montoya violó y mató a golpes en su casa a la profesora Laura Luelmo tras un horrible cautiverio

Asegura que, tras arrojar a su víctima sobre unos matorrales, "le puse una mano en un hombro y le dije: descanse en paz"

Bernardo Montoya violó y mató a golpes en su casa a la profesora Laura Luelmo tras un horrible cautiverio
Laura Luelmo y su asesino, Bernardo Montoya TW

Bernardo Montoya confesó ante la Guardia Civil, pero mintió en casi toda su versión del crimen. La Guardia Civil tiene ya pruebas suficientes de que el detenido violó a Laura Luelmo en su casa.

Allí la retuvo durante varias horas y, tras consumar su agresión, como ha certificado la autopsia, le propinó una paliza mortal.

Los restos de sangre de la joven aparecieron por toda la vivienda, situada justo enfrente de la casa recién alquilada por la profesora zamorana en El Campillo (Huelva).

Montoya fregó con lejía, tanto esa sangre como la propia ropa que vestía, tal y como detectó la luz forense aplicada por el equipo central de inspecciones oculares del Instituto Armado durante el registro realizado este 19 de diciembre de 2018.

La autopsia también ha certificado que Laura Luelmo pereció de un fuerte golpe en la frente, pero su cuerpo presentaba muchos más golpes. Los investigadores cuentan con otro dato crucial: tanto el teléfono de Luelmo como el de su agresor les posicionaron en esa vivienda durante la tarde del miércoles.

Tras la agresión, no se sabe aún si Laura seguía con vida o no -las primeras pruebas forenses indican que la muerte se produjo entre 48 horas y 72 horas después de la desaparición-.

MENTIRAS

Se desmorona por momentos su versión de que la metió en el maletero de su coche nada más tenderla una trampa en un callejón sin salida, y que la dejo aún con vida en una zona de matorrales del paraje de Las Mimbreras, a unos cuatro kilómetros de El Campillo. El asesino de Laura pudo tenerla secuestrada varios días antes de darle un golpe mortal en la cabeza.

Los investigadores han encontrado muchos restos de sangre en una de las dos habitaciones de la casa del miserable Bernardo Montoya que podrían corresponder a su víctima, la joven profesora Laura Luelmo, por lo que se sospecha que pudo estar cautiva y malherida en dicho lugar un día o más. Bernardo Montoya: «Intenté violar a Laura, pero no pude y la abandoné inconsciente, pero viva».

Se trata de unos restos biológicos que el agresor no pudo hacer desaparecer a pesar de haber fregado la vivienda para borrar cualquier pista.

El hallazgo demostraría que Montoya, un hombre de 50 años que en octubre salió de la cárcel, llevó a su casa a la víctima.

El confeso asesino ha contado a la Guardia Civil que secuestró, intentó violar, sin conseguirlo, y mató a la joven profesora zamorana, pero la autopsia ha confirmado que sí hubo agresión sexual.

Tras dos horas de interrogatorio en la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva, el detenido confesó a los investigadores que la joven le preguntó por un supermercado, la engañó y la mandó a un callejón sin salida, donde la agarró, golpeó y dejó inconsciente.

Posteriormente, según su relato, metió a Laura en el maletero del coche y la trasladó hasta el lugar donde fue localizada. Allí la desnudó e intentó violar, pero no lo consiguió:

«Me preguntó por un supermercado y la mandé a un callejón sin salida. Me monté en el coche y llegué antes que ella. La agarré y le golpeé su cabeza contra la puerta del coche. Le até las manos a la espalda y la envolví en una manta. La desnudé de cintura para abajo y traté de violarla, pero aunque estaba inconsciente no lo conseguí».

Asegura además que, tras arrojar a su víctima sobre unos matorrales, «le puse una mano en un hombro y le dije: ‘descanse en paz».

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