Desde que murió su mujer en noviembre, el fallecido comenzó a mostrar serios indicios de un deterioro cognitivo

El anciano asesinado con una bolsa en la cabeza, «andaba con fajos de 15.000 euros»

Manuel Rivas solía pasearse con efectivo de hasta 15.000 euros, según comenta su hijo, algo que era sabido por el pueblo y que dispara la hipótesis del robo con violencia

El anciano asesinado con una bolsa en la cabeza, "andaba con fajos de 15.000 euros"
Bolsa en la cabeza YT

Cuanto más sabemos de este caso, más escalofriante resulta. Desde que Manuel Alonso Rivas enterró a su mujer un lluvioso día del pasado noviembre, todo se le hizo cuesta arriba. Dicen su familia y conocidos que solía pasear con fardos de hasta 15.000 euros en el bolsillo y que presumía de ellos. También se le veía pasear en soledad y le costaba seguir el hilo de las conversaciones. Este lunes se encontró su cadáver en la parroquia de Vigo San Pedro de Sárdoma donde vivía. Había sido asesinado. Su cuerpo apareció 12 días después de su desaparición el 26 de diciembre, aunque la familia no denunció hasta el 5 de enero, según recoge Diego Rodríguez Veiga en El Español.

Un vecino de la localidad y su sobrino salieron a buscarle y encontraron el cadáver del anciano de 81 años entre unos matorrales del Camino Pontillón, en la vega del río Eifonso. Tenía los pies atados con un cinturón, una bolsa negra que le tapaba la cabeza, signos de violencia y estaba camuflado con una lona de plástico y ramas de la maleza.

Según apunta El Faro de Vigo, la autopsia que se realizó este martes desveló que había sido asesinado a base de golpes en la cabeza y sus costumbres de pasear con fajos disparan las alertas de que se trató de un robo con violencia. «Sí es cierto que estaba un poco despistado desde que murió su mujer», asegura Pablo Pallares, inspector y portavoz de la Policía Nacional.

«Su estado psicológico estaba perjudicado, además, tenía algún problema físico por su edad», añade Pallares por vía telefónica. «Pero tan grave no estaba si podía vivir solo y lo que está claro es que no murió de forma natural», sentencia el inspector. Sin embargo, pocos datos han trascendido al respecto: «Estamos en el punto más importante de la investigación, justo al principio, y no queremos dar pistas al culpable o los culpables», dice Pallares por vía telefónica.

Manuel Rivas deja atrás cinco hijos. Uno de ellos es Manuel Alonso, con quién vivía el difunto en uno de los dos chalés de su finca en la calle Bajada Río de Sárdoma. El hijo fue quien contó a La Voz de Galicia que Rivas «andaba con fajos de 15.000 euros» y que se los llevaba a otra hija para que los guardara porque los bancos iban a quebrar.

Aunque vivían en la misma finca y Rivas desapareció el 26 de diciembre, su hijo no puso la denuncia hasta el día 5 de enero. Aseguró a las autoridades que la familia había tratado de buscarlo por su cuenta en la localidad y en otra casa que tienen en la zona de La Cañiza.

«Yo recuerdo que el entierro fue rápido porque llovía», dice Pedro Aldariz, el enterrador del cementerio parroquial de Sárdoma. «Desde entonces, cada dos o tres días venía con una vela que ponía junto a su mujer y cuando llovía se llevaba la vela y volvía al día siguiente», cuenta, y añade que siempre le veía solo.

«A mí me sorprendió su desaparición porque no vino a cobrar un billete de la lotería de Navidad en el que le tocó lo que jugó: cinco euros», asegura Pablo Nuios, el dueño del bar Fargosiño, que Rivas solía frecuentar todos los días. «Era una persona que desde que se quedó viudo se le veía un poco aquejado y a veces decía que le dolía el pecho. A mí me preguntaba si para el pecho era mejor un aguardiente o un café», dice, y asegura que muchas veces decía que le habían robado la lotería pero que se sabía que la había perdido.

Otro vecino de la calle en la que vivía Rivas y que prefiere mantenerse en el anonimato relata que también notó que la cabeza se le iba: «Él fue albañil y solíamos comentar las obras que hacía el Ayuntamiento. La última vez que hablé con él ya ví que no podía seguir el hilo de la conversación».

El sentir general del pueblo tras su desaparición era que, debido a su deterioro cognitivo, podría haberse desorientado o haberse perdido. Los que encontraron su cadáver buscaron por el río porque le conocían y sabían que solía pasear por ahí y pensaban que se podría haber caído al río o en una vereda.

Sin embargo, según su hijo, el pueblo empezó a saber que Manuel Rivas paseaba con esas enormes sumas de dinero en efectivo porque solía fardar de ellas. Por eso, en cuanto se supo que para nada se había perdido, sino que había sido asesinado la tesis del robo es la que más importancia ha cobrado.

La investigación actualmente está bajo secreto judicial desde que el caso llegó al Juzgado de Guardia número 8 de Vigo. Por el momento, las informaciones que se van avanzando provienen en su grueso del testimonio de los familiares y conocidos, ya que la Policía Nacional mantiene un fuerte hermetismo y remarca que los momentos más decisivos son ahora, justo al principio.

Además del quién, las principales incógnitas que ahora están abiertas son la confirmación del motivo del asesinato, así como el sitio. Eso último se debe a que el cadáver pudo haber sido transportado hasta el lugar en el que fue encontrado después del asesinato, ya que aunque está cerca de un centro comercial se puso mucho empeño en camuflarlo en una vía que no suele ser muy transitada. Además, el día 6 por la mañana un helicóptero de la Policía Nacional sobrevoló la zona sin resultados positivos.

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