RESCATADORES IMPACTADOS

La terrible verdad del niño Julen que hiela la sangre a los equipos de rescate

La terrible verdad del niño Julen que hiela la sangre a los equipos de rescate
Bomberos rescatadores de Julen.

Más de 300 personas, en tres turnos de 8 horas, trabajan incansablemente desde hace 8 días para llegar hasta el pequeño Julen, que cayó en un pozo de prospección el pasado domingo 13 de enero en la localidad malagueña de Totalán (Los obispos españoles rezan por Julen).

Las tareas de rescate se están desarrollando a la carrera, contra el reloj, y han sido muchos los inconvenientes que tanto rescatadores como ingenieros y técnicos se han encontrado a lo largo de esta semana y más de 200 horas de trabajo ininterrumpido (El padre del pequeño Julen «metió su brazo para agarrarle, tocó sus manos pero se le resbaló»).

Pero, según ha podido saber Periodista Digital de fuentes de los equipos de rescate, hay algo que inquieta desde hace días a estos efectivos y que tiene que ver en la nula información que reciben procedente de ese orificio de 30 centímetros de diámetro y los 100 metros de profundidad (‘Sálvame’ vuelve a utilizar el morbo más miserable: mezcla sin rubor al niño Julen con las adicciones de Kiko Rivera).

Aunque hay una premisa que se repiten una y otra vez los rescatadores, «las esperanzas están intactas y es lo último que se pierde», a diferencia de lo que ocurría en las primeras horas (incluso en las 20 iniciales se ha determinado que se escuchaban lloros y gritos desde el interior del pozo) no se capta señal alguna de vida en el interior del agujero.

Según la información facilitada a Periodista Digital, las numerosas sondas introducidas en múltiples ocasiones con cámaras y micrófonos de ultrasonidos y alta sensibilidad no han captado actividad alguna en el interior del hoyo más allá de las que producen las tareas propias del rescate en las excavaciones paralelas que se desarrollan para llegar hasta el pequeño de dos años y medio.

Esta terrible realidad hiela la sangre de los efectivos de rescate que conforman el núcleo duro de la larguísima y costosa operación de salvamento que cumple ya más de una semana. Los ánimos están muy bajos y el pesimismo impera ahora entre el personal, algo que sin embargo en ningún caso está afectando al ritmo de un rescate que ya se ha convertido en noticia internacional.

Tal y como explican las mismas fuentes a PD, quienes llevan más de 200 horas acumuladas de trabajo se aferran a la esperanza de que el niño haya entrado en una especie de letargo semi-comatoso y de ahí la ausencia de «lectura de vida» que recogen las sondas que se introducen varias veces al día en ese ya maldito pozo de prospección para localizar agua y que se habría cavado hace poco más de un mes.

Bomberos, operarios, ingenieros han perdido la noción del tiempo después de acumular días agotadores de trabajo. Para que se hagan una idea: en una semana han movido tal cantidad de piedras y arena que han desmontado un cerro, algo que en circunstancias normales se conseguiría en un año de trabajo.

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