Pocos momentos como la Navidad para reunirse en torno a una mesa gobernada por una buena pata de jamón. La excelencia de un jamón ibérico de bellota tiene muy poco que ver con el azar y mucho con variables ligadas a la raza, al sistema de explotación de los cerdos en la dehesa y, a un proceso de elaboración con largas etapas de secadero y maduración en bodega.

De la combinación apropiada de estos factores dependerá el éxito de cada pieza, como saben muy bien en Dehesa de Solana. La conocida marca de jamones es también una gran finca extremeña localizada en un ecosistema único en el mundo, caracterizada por estar cuajada de encinas y alcornoques y, donde realizan el ciclo completo del jamón.

Allí miman hasta el extremo esta unión campo-calidad, costumbres y modernidad, obteniéndose así, cada año, una gran gama de jamones y paletas ibéricas, así como lomos y embutidos, en sus categorías de bellota, recebo y campo, ostentando, además, la prestigiosa Denominación de Origen Dehesa de Extremadura.

Aunque pensemos que el jamón ibérico es un producto caro, no es así si tenemos en cuenta que el producto necesita de mucho cuidado desde que nace el cerdo hasta su tratado y secado… Proceso que dura casi seis años.

En Dehesa de Solana saben que el jamón es el producto estrella de la Navidad. Un manjar que está presente en nuestros platos y que une a las personas en la tradición más importante: la familia.