Sor Aurora Gallego, la directora de la Casa Cuna Santa Isabel, ha efectuado unas declaraciones, en general, muy dignas de tener en cuenta, y sólo cabría oponer que es muy generosa cuando dice que “ninguna mujer quiere abortar y sólo lo hace si no tiene otra alternativa”. Sin duda que todo ese optimismo y esa generosidad le resultan necesarios para el desempeño de su grandiosa labor.
Ahora bien, Sor Aurora no sólo es generosa con las mujeres que se quedan embarazadas al decir que ninguna quiere abortar, cuando el vivir cotidiano nos informa de que a muchas les debe de traer sin cuidado, sino que además es generosa con la vida, o con la sociedad, cuando informa de que siempre hay una alternativa al aborto y esto parece muy difícil de creer, porque vivimos en un mundo de cartón piedra, en el que parecer es más importante que ser, como lo demuestra, por ejemplo, otra de las cuestiones que aparecen en la entrevista y que se refiere al dinero que se gasta en el fútbol. ¿Cuántas vidas podrían salvar las monjas con parte de ese dinero? ¿Cuántos milagros podrían hacer? Pero hay cosas que dan más relumbrón que ayudar a unas monjas a criar niños que de otro modo no tendrían salida.
En la entrevista ha salido a relucir también el caso de los niños que habiéndose criado en la Casa Cuna, luego se empeñan en encontrar a sus madres. Uno de ellos se hizo abogado y luego salió en la prensa que había denunciado a Sor Aurora, porque ella había propuesto un sistema para que las madres que no deseaban dar ningún dato suyo pudieran dejar a sus hijos de ese modo, con la intención de evitar que la mujeres aborten para no tener que identificarse en el caso de que dejaran a sus hijos en la Casa Cuna. A estas cosas se arriesga quien emprende la senda del altruismo.
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