La productividad que pide Merkel

En principio parece prudente desligar desligar las subidas salariales del IPC, dado que todas las empresas no están en las mismas condiciones. Sin embargo, habría que tener en cuenta las particularidades españolas. La productividad en nuestro país depende mucho más de los dirigentes que de los trabajadores, y los dirigentes ya se ponen unos bonus, que a veces son de escándalo, y menudo priman más los objetivos a corto plazo que los que tienen que ver con la supervivencia de la empresa.
Como estos directivos no se asignan malus, a veces asumen riesgos excesivos para la empresa y, consecuentemente, para los trabajadores. Este riesgo suele ser mucho menor para ellos, ya que se saben cubrir muy bien las espaldas. Un trabajador, por su parte, puede avisar a su superior de algún error, y recibir esta respuesta: “A usted no le pagan para pensar. Si ve un burro, tiene que poner un burro”. Esto ha sucedido, y también que un trabajador explique una idea, que hará ganar mucho dinero a la empresa, y que su jefe se la apropie y la presente a las instancias superiores como suya.
Un trabajador español tiene pocas opciones para mejorar la productividad de su empresa, cosa que depende mucho de la tecnología y de los sistemas de trabajo. Hay sistemas de trabajo lógicos y eficientes y los hay que son muy enrevesados y largos, sin que el trabajador tenga opción a manifestar lo que piensa sobre ellos. Lo que se premia de un trabajador español no es que trabaje más y mejor, sino que sea obsecuente con sus superiores, que esté presto a reírles las gracias, aunque no tengan ninguna, y a asentir ante las villanías que pueda llevar a cabo. Para poder vincular los salarios a la productividad, los trabajadores deberían participar en los designios de su empresa y por ahora no hay ningún cauce que posibilite esto. Deberían asumir este papel los sindicatos, pero quizá porque viven de las subvenciones, no parecen muy adecuados para ello.
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Vicente Torres

Vicente Torres es Coautor de '1978. El año en que España cambió de piel' y autor de 'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades' y 'Yo estoy loco', 'Diario de un escritor naíf', 'El Parotet y otros asuntos' y '2016. Año bisiesto'. He participado en los libros 'Tus colores son los míos', 'Enrique Senís-Oliver' y 'Palabras para Ashraf'.

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