El CAC y la democracia

Es curioso el comunicado del Consejo Audivisual de Cataluña, mediante el que ha dado a conocer un listado de cuarenta y tres expresiones que «fomentan el odio, el menosprecio y la discriminación por motivos de nacionalidad y opinión«.
¿Cabe entender que según estos señores hay motivos por los que es lícito fomentar el odio, el menosprecio y la discriminación?
Por si faltara algo, este CAC propone unas multas desorbitadas. De medio millón de euros hacia arriba.
Supongo que el gobierno de Rajoy no hará nada, y creo que tampoco lo haría el de Zapatero. Sin embargo, la Constitución española, contra la que se alzan los independentistas catalanes, consagra la libertad de opinión.
Se puede fomentar el odio a España, según demuestra la experiencia, pero quizá al CAC le molesta que se critique el fomento del odio a España.
La Constitución española tiene defectos, qué duda cabe, pero está vigente, lo que significa que cualquier persona civilizada debe respetarla. Como es natural, una persona civilizada que piense que tiene defectos ha de querer que se subsanen. Si no se sigue el protocolo en la mayor parte de los casos se pierde todo. Concretamente, en el caso de la Construcción si no se siguen los procedimientos la catástrofe es inevitable. Ya se va viendo que uno de los agujeros de la Constitución es que no supo protegerse a sí misma, ni siquiera contra los ataques primarios e insolventes moralmente.
Lo que sigue fue dicho por Mas, con lo que demuestra su escasa fidelidad a la ley (¿quién puede creer en él en estas condiciones?): “Las constituciones se adaptan o no, pero no someten la voluntad de los pueblos”.
Y lo que sigue es de Pujol (el estadista, ¡Ja!): «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes. Es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña
España es una democracia sin demócratas.
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Vicente Torres

Vicente Torres es Coautor de '1978. El año en que España cambió de piel' y autor de 'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades' y 'Yo estoy loco', 'Diario de un escritor naíf', 'El Parotet y otros asuntos' y '2016. Año bisiesto'. He participado en los libros 'Tus colores son los míos', 'Enrique Senís-Oliver' y 'Palabras para Ashraf'.

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