Resulta tranquilizador para quien se dispone a salir a la carretera saber que los demás conductores no habrán bebido de más y tampoco van a conducir de forma irresponsable o agresiva.
Las estadísticas así lo dicen. En 1960 hubo 0,086 muertos por cada cien coches. En 1990, la proporción había bajado de forma considerable: 0,026 por 100. Y en 2012 continuó la tendencia, bajando de forma espectacular: 0,004 por 100. La estadística de 2013 promete ser mejor.
Son varios los motivos que se barajan para explicar el asunto. Los periódicos de la izquierda le atribuyen el mérito al gobierno de Zapatero, pero ya se ve en las estadísticas que antes de llegar éste al gobierno la tendencia era esa.
Hay dos cuestiones que al parecer han pasado desapercibidas a los expertos y que pueden haber tenido una gran incidencia en la cuestión. La primera de ellas es la incorporación masiva de la mujer a un mundo dominado en principio por los hombres. Ellas trajeron mucha serenidad y más sensatez al mundo del motor, en el que las reacciones primarias estaban a la orden del día. Ellas trajeron el concepto del nanosegundo «tiempo que transcurre desde que el semáforo se pone en verde hasta que pita el conductor del coche de atrás» y también la calma, producto del sentido práctico: saben que sus hijos las necesitan.
Otro asunto que tiene gran importancia y en el que tampoco se fijan los panegiristas de Zapatero es el elevado precio de los seguros de coche. Las compañías de seguros aplican descuentos y la mayor parte de los conductores no quieren perdelos por la cuenta que les trae.
El tercer punto que tiene importancia a mi entender, y este si lo ven, es el de los controles de la alcoholemia. Quienes han de conducir procuran no beber. Esto da seguridad a todos.
‘El amor no es un verso libre’
‘Figuraciones mías’
‘Fuga y contrapunto’
‘Pasos de baile y otros relatos’
‘El crimen de la calle El Salvador’
‘Creciendo juntos’
‘Iluminados y perversos’
‘Cien palabras’