El efecto Vox se está haciendo sentir. En Pedro Sánchez, con la utilización del Falcon por cualquier fruslería, como si intuyera que ya le queda poco tiempo para disfrutarlo.
Al coletas le ha llevado a decir que se arrepiente. Algo es algo. En otros tiempos, a pesar de la cantidad de vídeos en circulación en los que aparece hablando de Chávez, de Maduro y de Venezuela, lo negaba. Descaro nunca le ha faltado. El hecho de que diga que se arrepiente es un avance, aunque si se hubiera apartado de la política para siempre su arrepentimiento sería más creíble. Tal como lo ha hecho demuestra que su actitud es como la de los etarras que lo dicen para salir de la cárcel. Cualquier día nos dirá el coletas que también se arrepiente de haberse abrazado con Otegui y haberlo alabado tanto. Eso lo hará si percibe que su amistad con el etarra le quita votos, que es lo que le duele. Los votos, en política, se traducen en dinero contante y sonante. Y él tiene a las fuerzas del orden represoras que protegen a los ricos de los pobres vigilando su mansión 24 horas al día, pasando frío en invierno y calor en verano. No tiene miramientos con quienes protegen su mansión, porque lo manda el mismo que tiene desamparado a Llarena, que sí trabaja en beneficio de la sociedad.
Lo que no hará el coletas es tratar con deferencia a los guardias civiles que cuidan su casa, ni ir a Venezuela a entrevistarse con los presos políticos, ni desautorizar a Zapatero por su conducta indigna, ni urgir a Pedro Sánchez a que proteja a los catalanes decentes, entre los que están Llarena y Boadella.
Lo del coletas es un brindis al sol, palabras al viento, y si cuela, cuela. Necesita poder seguir haciendo el mal.
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