Si a cualquier persona que conserve la cabeza sobre los hombros se le muestran las imágenes de Arrimadas y Torra y al mismo tiempo se le habla del concepto «bestias con forma humana» lo relacionará con él y no con ella.
Es decir, si se trata de que uno de los dos es una bestia con forma humana, pensarán que es él, pero si de lo que se trata es de cuál de los dos ha podido escribir eso, también pensarán que es él.
Ahora bien, dentro de un ambiente en el que el factor principal es el delirio, todo se ve de forma diferente. Torra es racista, xenóbo, fascista y moralmente miserable, y, sin embargo, para los afectados por el delirio la fascista es ella. E incluso la bestia con forma humana. La medicina ha avanzado mucho en los últimos años, pero todavía hay dolencias cuya curación queda fuera de sus posibilidades.
Pero tampoco se puede olvidar que Torra es amigo o aliado de Sánchez, el doctor, y Arrimadas, enemiga. Como decía Don Quijote: «Dime con quién andas, decirte he quién eres».
El indigno texto que habla de bestias con forma humana fue escrito por Torra, y guarda relación con la lengua española y el dialecto catalán. Todo el mundo sabe, salvo algún que otro berzotas, que la lengua española es una de las más habladas del mundo y que en ella se han escrito obras cimeras de la literatura universal. En cambio, del dialecto catalán, que apenas hablan cuatro gatos, no hay literatura hasta mediados del siglo XIX.
Torra se siente a gusto haciendo el mal, induciendo a otros a hacer el mal y procurando la ruina para todos o, al menos, para todos los que pueda.
Ahora, claro, se alegra de que Arrimadas abandone el parlamento regional catalán. De Gispert también se alegra. De Gispert y Torra son del mismo estilo. Arrimadas es de otro.

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