Emilia Landaluce pone en boca del actor recientemente fallecido: «Yo ahora es cuando sí veo una dictadura, al menos conmigo».

Y tenía razón. Abundan los que se consideran demócratas, pero es porque no se miran al espejo. Es muy fácil considerarse demócrata, progresista, socialista, liberal, creyente, ateo, agnóstico, lo que sea. Mientras no se medite sobre lo conceptos y una vez establecida alguna idea sobre lo que significa cualquiera de ellos, el que convenga para el caso, se estudie si la propia conducta o ideas se ajustan a ella, resulta muy fácil.

Arturo Fernández no recibió ningún premio (ni falta que le hizo) a lo largo de su dilatada y exitosa vida sobre los escenarios. Habría que pensar en quienes sí recibieron premios (y subvenciones) y sobre todo en lo que tienen de demócratas quienes los dan. Los españoles debemos estarle muy agradecidos, puesto que aparte de los buenos ratos que nos hizo pasar con sus obras no nos ha costado ni un céntimo. Sin embargo (los ingratos abundan), hubo quien lo despidió diciendo: «un fascista menos». Nuevamente, el poco rigor en los conceptos y las calificaciones. Es fascista es, sin duda, quien dijo eso.

Los hay que critican a Franco e incluso quieren desenterrarlo y luego se abrazan con los etarras y pactan con ellos, o se van a aplaudir a Maduro.

Se llenan la boca hablando de democracia y luego pactan y se apoyan en partidos que instan a desobedecer las leyes, o las incumplen sistemáticamente. Estos son tipos dictatoriales. No hay nada más demócrata que el cumplimiento de la ley. Los hay que dicen que defienden a los pobres y luego organizan acosos. ¿Cómo podría defenderse un pobre si alguien organizara un acoso contra él? Nada ni nadie puede defender mejor a los pobres que la ley, por imperfecta y mejorable que sea.

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‘Diario de un escritor naíf’
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‘1978.El año en que España cambió de piel’
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