La política es una bicoca para gentes como Lastra y Rufián que se han de ayudar con un canuto para hacer la ‘o’ y seguramente es por eso que hay multitudes degradándose mediante el sectarismo y la mala intención en su intento por hacer méritos para que les den un puesto, un cargo, una patente de corso para vivir sin dar golpe al agua.

El sectarismo permite decir que Bildu es un partido constitucional, cuando nada de lo que hacen o dicen encaja en la Constitución. De hecho, pretende cargársela.

Pero esta mentecatez: «Lo que hay es un proceso invisible en Madrid. Lo que está pasando es un cierto movimiento independentista en Madrid, lo que se está produciendo en Madrid es un tipo de desconexión», no fue dicha por nadie que necesite hacer la pelota para conseguir un cargo, puesto que ya lo tiene y muy apetitoso, especialmente para él, que ha rebasado con creces su nivel de competencia.

Lo que debe de tener Chimo Puig (los catalanistas prefieren la equis al valencianísimo dígrafo ch) debajo del peluquín es la márfega y nada más, o sea, el cráneo vacío, hueco.

Cuando el País Catalán sube, el Reino de Valencia baja, y viceversa. Esto era lo tradicional, hasta que ha llegado este que, en su torpeza, dilapida los recursos de que dispone de tal manera que no aprovecha el declive provocado por Puigdemont y Torra en su región.

Todo el empeño de Puig está centrado en introducir en el Reino de Valencia un dialecto extraño, obra de un tal Pompeyo Fabra, cuyas motivaciones fueron más políticas que lingüísticas. Y este tarado, con los votos de muchos masoquistas, pretende involucrar a los valencianos en dos proyectos perdedores, los de los nacionalistas catalanes y del narcisista y psicópata Sánchez.

Este Puig todavía es más peligroso y nocivo para los valencianos que lo fue Camps.

‘2016. Año bisiesto’
‘El Parotet y otros asuntos’
‘Diario de un escritor naíf’
‘Yo estoy loco’
‘Valencia, su Mercado Central y otras debilidades’
‘1978.El año en que España cambió de piel’
‘Tránsito en la mirada’
‘Te doy mi palabra’