Hay una señora de Cabra, que forma parte de un gobierno que quiere mandar a los jóvenes a cuidar cabras, que ha insultado a quienes se manifestaron ayer en contra de las infames pretensiones del Felón.
Por su parte, los profesionales del pastoreo han hecho notar que el Ejecutivo no tiene ni idea de este trabajo. O sea, que los ministros, y las ministras, pueden imitar a las cabras, pero no tienen ni idea de cómo cuidarlas.
En ese gobierno figura un astronauta, que era muy admirado hasta que mostró al mundo su banalidad, un marlasca, que también era muy admirado y no digo nada más en este caso, gente totalmente inútil e indocta, pero derrochadora de ese dinero que, según la egabrense, no es de nadie, y otras pocas personas que teniendo algunos conocimientos, al formar parte de este malhadado gabinete, han demostrado que son filfa. Moral y éticamente, filfa.
Con sus insultos, el gobierno ha reconocido tácitamente que la razón está del lado de los manifestantes. Acerquemos la lupa al caso: Un grupo de personas que está al margen de la política, o sea, sin interés electoral, convocó una manifestación a favor de la ley de la democracia, porque sin el imperio de la ley no existe la democracia. Quienes acudieron a la manifestación lo hicieron en el uso de sus derechos constitucionales. En los discursos emitidos no hubo ni el más leve indicio antidemocrático. Sí lo hay en la respuesta del gobierno.
Hay que recordar que quienes se manifestaron, y quienes no pudiendo hacerlo les acompañaron emocionalmente, pagan religiosamente sus impuestos, y que ese dinero que, según la señora de Cabra, una vez que está en poder del gobierno ya no es de nadie, aunque lo manejan los ministros, le ha costado mucho de ganar a la mayoría, y ahora a quien paga lo insultan por ejercer sus derechos.
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