Se trata de un ejemplar perteneciente al género humano, al que denigra día sí y día también. Procede de Argentina, nación que ha dado personas mucho más recomendables.
Pero antes de hablar de él, sepamos cómo es su jefe. Dio una charla sobre Newton nada menos. Se atreve con todo. Fíjense en lo que dijo: «a los liberales les gusta mucho Newton. A Newton se le cae una manzana en la cabeza y, a partir de que se le cae una manzana en la cabeza, deduce la Teoría de la Relatividad: vamos de lo concreto a lo global».
Causaría asombro que este haya llegado a ser vicepresidente del gobierno, si no fuera porque ya nada es como era. Tierno Galván dijo que los suyos eran tiempos de incuria y aburrimiento. Pues ha ido a peor el asunto. Baste como ejemplo de lo dicho que hoy en día el comportamiento de un conde, el de Godó por ejemplo, es indistinguible del de un rufián, Rufián por ejemplo. La nobleza y la elegancia de espíritu dejaron de cultivarse por el mismo motivo que muchas hortalizas: por no ser rentables.
Pero si ya hemos visto hasta dónde llega la capacidad intelectual del antiguo vicepresidente al que Isabel Díaz Ayuso cortó la coleta, la persona a la que por capricho suyo hubo que inventarle un ministerio y dotarlo con un presupuesto que es pura pornografía, cabe decir lo siguiente: Si se hace el ejercicio de pensar en ella y a continuación en Audrey Hebpurn queda la sensación de que se ha pasado de estar sufriendo un suplicio a un paraíso en el que todo resulta grato, placentero, admirable. Es cambiar la chabacanería y la mala educación por la sensibilidad, por la ternura, por la humanidad. Audrey Hepburn era una dama, una Señora dotada con unas cualidades que sólo se consiguen con el esfuerzo y la determinación.
La chabacanería está al alcance de cualquiera, como ya se ve en los ministerios.
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